Origen es posiblemente una de las películas más impactantes y originales de la última década. Con una estructura simple, pero con un guion denso que contiene narraciones superpuestas que divagan entre la ciencia, la filosofía y la fantasía, Nolan se presenta ante nosotros como un mago.
Primero nos muestra algo en apariencia normal, que en realidad no lo es para nada. Luego convierte esa cosa normal en algo extraordinario y acaba con el truco final: convertir lo imposible en posible y que seas capaz de percibir algo que no habías sentido nunca.
Origen es una película de ideas. Un gran neuroestimulante que exige una plena atención del espectador durante sus dos horas y media de metraje que son recompensadas con un gran espectáculo visual.
Es por eso que Origen es más que una película, es un aprendizaje constante:
Podemos aprender a través de sueños
Según investigadores de la Universidad de Yale -conocidísima por todos nosotros-, la gente realmente puede usar sus sueños como herramienta de aprendizaje. Parece una utopía que sin ningún conocimiento preestablecido de una materia en concreto puedas descubrir alguna característica durmiendo.
Nos inyectan ideas constantemente
La misión principal en Origen es “inyectar” una idea a un magnate de la industria energética mediante su sueño para que cambie de parecer respecto a su empresa. Eso, extrapolado a nuestra sociedad, lo podemos entender como una metáfora del constante bombardeo y saturación de información al que estamos sometidos diariamente.
Por ejemplo, durante toda la historia, los medios de comunicación han actuado como herramientas propagandísticas ideológicas. Hoy ya cuestionamos más que nunca si aquello que vemos publicado es verdad o no, o si responde a ciertos intereses que rompe con el axioma de que todo lo que vemos en la TV es cierto. Pero las ideologías cada vez se camuflan más en la información y nos inyectan ideas en nuestro cerebro que condicionan nuestro raciocinio.
Una idea, la mejor arma
Ya lo dice DiCaprio en su papel de Cobb: “¿Cuál es el parásito más persistente? Una idea. Una única idea de la mente humana puede construir ciudades. Una idea puede transformar el mundo y reescribir todas las reglas”.
Y razón no le falta. No hay nada más peligroso que una idea a la que le ha llegado su hora.
Confundimos los sueños con la realidad
“Esto no se si ha pasado de verdad o lo he soñado”. Levantarse con lágrimas en los ojos o despertarse con la sensación de que estás cayendo al vacío. Seguramente te resulte familiar todo esto. Y es porque un sueño puede afectar directamente a nuestro día a día y nuestro estado de ánimo. En ocasiones los sueños son tan reales que parecen verdad, y el despertar resulta un alivio o una tortura.
Ni siquiera vale eso de “me voy a pellizcar para saber si estoy soñando”, puesto que en los sueños también se siente dolor ya que su raíz está en el cerebro.
De recuerdos también se vive
Hay mucha gente que vive anclada en el "cualquier tiempo pasado fue mejor", o que ha idealizado tanto una sensación o una experiencia que su meta principal es volverse a sentir como antes. Nuestro pasado forma parte de quién somos y de nuestra identidad, pero no debe ser nunca una roca que nos impida avanzar.