5 clásicos de Disney que blanquean lo peor de nuestra sociedad

Nos sabe fatal hablar así de películas que nos acompañaron tanto de pequeños, pero es hora de admitirlo otra vez: no respetan la diversidad.

Hay películas que envejecen muy mal, que quedan muy desfasadas con los años, y ese es el claro ejemplo de algunas de Disney. Por mucho que nos pueda saber mal hablar así de películas que tanto nos acompañaron de pequeños, la verdad es que algunas son equivalentes a frases o situaciones que ahora nos sientan fatal, como “No tengo nada en contra de la homosexualidad: tengo amigxs gais”, un piropo a golpe de grito en un coche en marcha que nos pega un buen susto o caricaturas culturales que no hacen más que fomentar el racismo. Vamos a ver.

Blancanieves y los siete enanitos:

Empecemos por la mítica Blancanieves y los siete enanitos. Esa princesa que tras ser envenenada por una bruja que la envidia muchísimo por ser guapa, cae en un sueño eterno. O al menos eso parece hasta que llega ‘su príncipe’ y la despierta con un beso que en ningún momento ha pedido, como tampoco ha podido hacerle ojitos o besarle directamente. Se trata de una controversia que ha abordado el medio local de San Francisco SFGate al hablar de la atracción de Disneyland California renovada recientemente por el aniversario 83 de la película. “Le da un beso sin su consentimiento, mientras ella duerme. No puede ser amor verdadero si solo una persona sabe que está sucediendo", apunta sobre un hecho que nos recuerda como la historia de esta princesa está lejos de ser un amor sano.

Pocahontas:

Esta película, basada en hechos reales, tampoco se queda corta si hablamos de blanquear la historia. Primero de todo, aunque nos presente una bonita historia de amor entre Pocahontas y el colono inglés John Smith, quizás fue más bien un abuso o una imposición porque ella tenía entre 12 y 13 años y no unos 18, como pinta Disney. Y segundo, y no por ello menos importante, la película omite las atrocidades que los colonizadores cometieron contra el pueblo de la joven. Nos guste o no, el pasado es el pasado y hay que contarlo con la máxima fidelidad posible para que sus errores no se repitan ni más chicas corran la misma mala suerte que Pocahontas.

Dumbo:

Ese pequeño elefante de circo que aprende a volar no tenía nada de malo. La verdad es que despertaba cierta ternura. Pero, había un grupo de cuervos cuyo líder tenía un nombre que hace saltar todas las alarmas: Jim Crow. El homónimo nombre por el cual se conocen las leyes que, a finales del siglo XIX, empezaron a propugnar la segregación racial en los espacios públicos de Estados Unidos. Pero eso, parece que para Disney no pasaba nada por evocar pasados oscuros.

Peter Pan:

Cuando la protagonista Wendy y sus hermanos visitan Neverland con Peter Pan, se encuentran con una tribu de nativos americanos a los que lanzan preguntas muy racistas del estilo: “¿Qué hace que el hombre rojo sea rojo?”. Después de eso, comienzan a cantar una canción que, más que respetar a las lenguas indígenas, las convierte en simples sonidos guturales que poco tienen que ver con cualquier idioma. Es como si Peter Pan nos quisiera decir que eso no es hablar, que hablar es muy diferente.

Los Aristogatos:

Y un poco en la línea de Peter Pan, está Los Aristogatos. Un grupillo de gatos muy listos que, aparte de divertirse en la mansión de su dueña, promueven caricaturas asiáticas que, de nuevo, fomentan el racismo riéndose del diferente. ¿Por qué hace 20 años no vimos nada raro en ese gato siamés que hablaba de comida asiática con un acento exagerado en modo burla? Suponemos que nosotros éramos demasiado pequeños y al mundo le quedaba mucho para respetar de verdad a los derechos humanos. Pero, al menos, el hecho de ver ahora cosas que antes no veíamos, es un buen indicador de que vamos por buen camino, de que algo hemos mejorado.