Sábado, 16:00h. Tienes en las manos el mando de la videoconsola y de fondo suena el himno de la Champions, que has puesto para motivarte. Es tarde de FIFA y la tensión se masca en el ambiente. A tu lado, en la misma posición y con cara de concentración, está tu amigo. Pero en tardes como esta tu amigo no es tu amigo: es alguien a quien quieres humillar, y tú eres alguien a quien él quiere humillar.
16:05, mientras se carga el primer partido:
—"Aviso, llevo tiempo sin jugar...". Típica excusa del looser que tiene interiorizado que es un looser.
Pronto empiezan las quejas...
—"Todos los rebotes, te llevas todos los rebotes".
—"Los jugadores no me hacen caso, tío. Siempre me das el mando malo, en el siguiente partido cambiamos".
16:25, se acaba el primer match:
—"Has tenido suerte, y lo sabes. El resultado no se ajusta a lo que ha pasado. Mira las estadísticas, míralas, míralas". Y esta frase es así independientemente de cuál sea el resultado.
16:32, va a empezar la revancha:
—"Mierda, me he olvidado de poner a Rodrigo y va a jugar el lento de Negredo".
Y claro, pasa lo que pasa...
—"Qué falso, todos tus jugadores corren más. ¡Todos!".
—"Pero, macho, le estoy dando para allí y se va para allá".
16:59, tras una dolorosa derrota que ha dejado tocado el orgullo:
—"Vas a flipar ahora. Cógete al Madrid y yo al Alcorcón". Se empieza a mascar la tragedia.
Pero pronto se ve el error:
—"Dios, tío, estos del Alcorcón son cojísimos".
Y llega el punto de inflexión que da paso definitivo a la desesperación:
—"¡Venga va! ¿¡Pero cómo va a hacer eso Arbeloa!?".
—"Encima te pitan todo a favor; vaya robo, chaval, ¡vaya robo!".
17:22...
—"Claro, es que tú llevabas al Madrid, así cualquiera".
17:28, durante el cuarto partido la desesperación ya es absoluta, y en esa fase un auténtico viciado del FIFA deja de hablar con las personas y empieza a hablar con los jugadores:
—"Pero me cago en la puta, ¡pásasela al otro que está solo, imbécil!".
—"¡Joder! Si es que no defienden... eh, ¿qué haces? ¿¡Pero qué haces!? ¡Menudo subnormal!".
Aun así, se llega al tiempo de descuento con empate a 2:
—"Como si lo viese, ahora me marcarás... [gol guarro de rebote] Ves, ¿lo ves? ¿¡LO VES!? ¡PUTA MIERDA DE JUEGO!".
17:55, la desesperación ha dado paso a la rabia, y la rabia se demuestra pegándole al mando.
—"¡Tío, luego te quejas de que te doy el mando malo! Si eres manco, no rabies. Como ahora no funcione, me compras uno nuevo...".
18:07, desahogada la rabia, llega la motivación:
—"Ahora sí, con el Barça te gano seguro".
Pero...
—"¿Cómo puede fallar eso Messi? Si es que a ti te entra todo y a mí nada".
La esperanza se ha ido a la mierda; entonces llegan los minutos de la violencia, en los que el único objetivo es lesionar a alguien y que haya el máximo número de expulsados posibles. Mientras, suena el clásico:
—"¡Písalo, písalo, písaloooo!".
Por suerte, esto dura poco. Y después, llega el bajón.
—"Es que tú eres un viciado, tío, te sabes todos los trucos".
—"Todos los goles igual, loco, metes todos los goles igual".
—"Va, tío, venga hombre va, sí claro... pfff". Fase de abatimiento. Fin de los argumentos. Cuando escuchas a un amigo decir esto, sabes que eres el absoluto triunfador de la tarde.
18:35, tras dejar el mando en la mesa, con los brazos cruzados y la mirada perdida:
—"Puta EA, timadores. El año que viene me compro el PRO". Es mentira, el que dice esto no solo se volverá a comprar el FIFA, sino que reservará un mes antes la Ultimate Team Gold Edition.
Y así acaba otra gloriosa tarde de FIFA, no sin antes escuchar una última amenaza:
—"Voy a entrenar y verás el próximo día, verás...".
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