Llámalo ser puntilloso, meticuloso, exigente o perfeccionista, pero el resto de la humanidad, flemática e impasible, va a clasificar lo siguiente como el claro perfil de una persona maniática. Para el maniático, el orden es fundamental, no lo puede evitar. Es superior a sus fuerzas.
1. No soportas el abuso de blue-tack
Cuando alguien usa ingentes cantidades para pegar una fotografía o póster en una pared delante de ti es superior a tus fuerzas y miras hacia otro lado. Siempre estará tu amiga, la que se recochinea en tu cara, cogiendo como la mitad de una lámina para pegar una maldita foto. ¡MEDIA LÁMINA! ¿Estamos locos?

2. Te pone nervioso que se utilice el pretérito indefinido
“Hoy leí un artículo de Código Nuevo y me llevé una grata sorpresa”, distanciando así la acción de la zona temporal donde se encuentra la acción en vez del pretérito perfecto “Hoy he leído un artículo de Código Nuevo y me he llevado una grata sorpresa”, en que se matiza la proximidad del hecho que es reciente.

3. Odias a la gente que no sabe usar el típex
Que personas de mediana edad, después de años de existencia del típex, aún no sepan utilizarlo, tiene delito. Temes cada vez que te lo piden, porque si es de bolígrafo lo estrujan; si es de cinta adhesiva escribirán tan fuerte encima de la tirita blanca que se les saltará; y si se trata de la bola de pincel embadurnarán tanto el papel que acabará derramado por los lados. Eso te desquicia. Y encima se lo han cargado. Hubieras preferido darle un final más digno, más tragicómico, en medio de un examen, cuando te das cuenta que estás respondiendo justo lo contrario a lo que te preguntan. Eso es adrenalina.

4. Si espolvorean el mantel, merecen una lección
Se te salen los ojos de las órbitas cuando te das media vuelta y alguien está intentando espolvorear el mantel de la comida en tu balcón. ¿Pero qué haces, loc@? ¡Eso solo lo hacen en la serie Aída!

5. Los sofás son tu obra de arte
Tienes una fijación paranormal con la posición de los cojines y fundas de los sofás. No puede quedar jamás una arruga ni que estos estén colocados de cualquier forma.

6. Los platos sucios te tocan las narices
Terminas de comer/cenar con amigos que has invitado a cenar a casa y te levantas automáticamente a fregar los platos y recoger, porque claro, si no después se te acumulan.

7. Haces listas para todo
Las tareas diarias en el trabajo, posibles regalos de cumpleaños para los que aún quedan meses, cenas que querrías preparar que aún ni existen, restaurantes pendientes a los que ir, canciones pendientes de escuchar, películas pendientes de ver, etc. Pero es que tachar te produce placer, un placer innegable para aquellos que les encanta ser conscientes de que han terminado algo. Tachar genera satisfacción, y si lo haces con fosforito amarillo ya ni te cuento; llamadme loca.

8. Los bolígrafos destapados te dañan los ojos
Sufres al ver que pasan más de diez segundos sin que un bolígrafo o rotulador sea utilizado y por tanto no se le dé uso al tapón. Por favor, por el bien de la humanidad y la compra compulsiva de tinta, tapadlos, ¡que si no se secan!

9. No te gusta tocar ciertas cosas
Eres incapaz de no lavarte las manos después de haber tocado un animal, ya sea un gato, un perro, un conejo o un pollito. Sueles coger, además, el mango de las puertas de los baños públicos con papel de váter, eso sí, no sin antes haberte lavado las manos.

10. Eres demasiado perfeccionista
Eres capaz de invertir largas horas en terminar un trabajo solo por querer solventar un pequeño detalle que en realidad no tiene demasiada importancia. En realidad, así ya está bien.

A continuación, os propongo que realicéis un test para saber si sois propensos a llevar un milenial maniático dentro o no. Es curioso ver cómo proyectamos manías en cosas verdaderamente insignificantes y que a menudo nos va la vida en ello.
Crédito de la imagen: Alfonso Casas