El plan de la Unión Europea para reducir sus emisiones no acabará con la emergencia climática

Entre 1995 y 2017, el CO2 cayó un 20% pero la UE significa una porción mínima de toda la contaminación del mundo

Si sigues la información medioambiental, probablemente en los últimos meses hayas oído las propuestas de los senadores demócratas estadounidenses, liderados por Alejandria Ocasio Cortez, hablar de una serie de medidas para reducir las emisiones de CO2 y descarbonizar la economía de su país: lo han llamado el New Green Deal y fue rechazado en bloque por el Senado, aunque ahora, con ingenio, los representantes ecologistas están intantando que las medidas se aprueben una a una.

Ahora, en referencia también al New Deal de Franklin Delano Roosevelt de los años 30 —una batería de medidas económicas que, básicamente, reflotó la economía del país—, la Unión Europea acaba de lanzar su propio programa para reducir de aquí a 2050 quedan solo 30 años entre el 50% y el 55% de las emisiones de dióxido de carbono continente. La cifra, aparentemente, no es imposible, teniendo en cuenta que en los últimos 30 años, Europa ya ha reducido el 20% de las emisiones, pero con el European Green Deal, la idea es coronarse como líder mundial de las energías renovables. 

Mira estos dos gráficos:

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Estas son las emisiones europeas de las últimas tres décadas. Es evidente que la modernización de las economías más industrializadas Alemania, Reino Unido y, en menor medida, Francia ha conseguido que la contaminación media del continente se reduzca, pero si miras los países que en los años 90 todavía no estaban tan industrializados, como es el caso de España, la contaminación no se ha reducido, sino que se ha incrementado ligeramente o, como mucho, se ha mantenido estable con sus picos, claro. 

Si ampliamos esta tendencia a los datos globales nos encontramos con esto:

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Sí, la Unión Europea, e incluso Estados Unidos, con sus Green Deals, pueden funcionar como catalizadores y como laboratorios para investigar nuevas tecnologías que utilicen energías más verdes, pero en general, India, China y el conjunto de los demás países del mundo están disparando las emisiones de CO2.

Así que si ves por ahí que los políticos se congratulan con el primer gráfico la foto pequeña, tienes que saber que la realidad, más contextualizada, es la segunda la foto grande. Además, pese a los datos más o menos optimistas de las emisiones, el ecosistema europeo se ha degradado drásticamente en los últimos 30 años. Como dice The Guardian, las únicas criaturas que prosperamos, somos los humanos. Pájaros, insectos, peces e incluso mamíferos van en declive.

Dentro de las medidas que propone la Unión Europea está incrementar la inversión privada en energías renovables, activar planes para sectores clave, frenar la pérdida de especies, reducir los residuos y explotar los recursos naturales de forma responsable se supone que también tendrán que justificar paso a paso el billón de euros que costará el plan. Esto implicará una transformación radical de la economía, según asegura Bruselas, del nivel del New Deal que sacó a Estados Unidos del crash de 1929. De hecho, de ese billón de inversión, 100.000 millones irán destinados a iniciar la transición y otros 100.000 a paliar las comunidades más afectadas, porque realmente se van a quedar atrás.

“El impacto será particularmente significativo para los situados en el nivel más bajo de la escala de ingresos, para los que viven en áreas rurales y suburbanas, a los que afectará el aumento en el precio de los carburantes, y para las regiones particularmente dependientes de la producción de combustibles fósiles como el carbón, y así les afectará la desaparición de algunas industrias y puestos de trabajo”, explican Grégory Claeys y Georg Zachmann, analistas de Bruegel, a La Vanguardia.

Dentro de estas propuestas la Unión Europea se prepara también para contener la revuelta social de quienes se opongan a un sistema económico que los deja atrás. En 2012, mineros de toda España se levantaron contra el cierre del carbón, una normativa europea en esta línea que consistía en cerrar las minas como parte de la transición ecológica. 

Y, paralelamente, están los jóvenes de los Fridays for Future, que exigirán más política ecológica, más radical y más rápida. Sí, los jóvenes estaremos en pie de guerra por salvar el planeta porque no hay marcha atrás pero exigiremos que toda transformación ecológica se haga de manera inclusiva y sin dejar a nadie atrás porque si este va a ser el modelo de desarrollo del siglo XXI, queremos que nos incluya a todxs.