Los negros estadounidenses no van a dejar que los sigan matando

George Floyd murió asfixiado por la rodilla de un policía blanco, igual que el coronavirus ha matado el triple de afroamericanos que de blancos en Estados Unidos, pero la calle arderá para pedir justicia

En Estados Unidos los hombres negros mueren a manos de policías blancos. De hecho, uno de cada 1.000 jóvenes negros probablemente morirá por esta causa en algún momento de su vida. De vez en cuando morirá por esta causa en algún momento de su vida porque hay imágenes y enciende la mecha de la rabia. Esta semana ha pasado con George Floyd, un hombre negro de 46 años que estaba en su coche mientras un centro comercial era saqueado en Minnesota. La policía le dijo que saliera, él se negó, hubo forcejeo, acabó tendido en el suelo, con la rodilla del policía en el cuello. Él avisó de que tenía un problema de salud, de que no podía respirar, "I can't breathe", dijo, previendo que iba a morir. Acabó muerto.

Eric Garner ya había usado esa misma frase en 2014 en Nueva York. La situación fue similar, murió ahogado y "I can't breathe" se convirtió en el grito de guerra de las manifestaciones que, en todo el país exigían una policía justa que no se cebara siempre con los mismos, los negros. Pero seis años después, ha vuelto a pasar y la mecha esta vez es más corta, pero el cartucho de dinamita, más grande: en plena pandemia del coronavirus, Estados Unidos es el país con más muertes. Como nos recordaba el New York Times esta semana, son ya más de 100.000 las vidas que ha dejado el Covid-19 en un país donde el acceso a la salud es privado y, por ende, desigual. Pero aquí está el dato que hace la diferencia: el coronavirus tampoco mata a todos por igual, sino que ha dejado el triple de muertos negros que blancos, recordaba el New York Times esta semana. El coronavirus también mata por asfixia.

Anoche, los manifestantes incendiaron la estación de los policías que mataron a George Floyd y las manifestaciones ya se han extendido a Minneapolis, California, Chicago, Memphis, Nueva York, Oakland, Ohio, Colorado... y la lista crece. El presidente Donald Trump, que sabe lo que se le viene y, suerte para él, el coronavirus ha hecho que se cancelen eventos deportivos masivos que podían derivar en protestas enfurecidas, dijo que la de Floyd era una "muerte trágica" y que va a haber justicia. Pero él mismo azuzó manifestaciones de grupos de conservadores que protestaban contra las medidas de confinamiento de gobernadores demócratas en varios estados. O sea, ya ha legitimado las protestas en medio de la pandemia y ahora que se vuelven contra él pueden dejarlo muy mal parado. El mundo del baloncesto, entre ellos Lebron James, ya han manifestado su indignación por la muerte de Floyd, que era amigo de un exjugador de la NBA, Stephen Jackson.

La técnica de la rodilla en el cuello aparece en los manuales de la policía de Minessota como una arma de contención no letal, pero no tienen en cuenta que las personas con dificultades respiratorias pueden sufrir complicaciones. Pero el tema es siempre el mismo: que siempre mueren los mismos. Los afroamericanos están asfixiados desde hace años y por mucho que su muerte sea así de flagrante, los siguen matando. Hasta que la indignación estalle de verdad y eso parece que está muy cerca.

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