El iceberg gigante que destruirá el mayor refugio de pingüinos del mundo

Es el A68a: pesa un billón de toneladas y mide cuatro veces más que Madrid. Una mole de hielo que se dirige a las islas de Georgias del sur

El área de Londres es de 1.572 km². Comparado con Madrid, más del doble. Que estas cifras sirvan de referencia para entender esta catástrofe: el iceberg A68a, que se separó de la Antártida en 2017, mide cuatro veces lo que Londres y, ahora, parece que podría colisionar contra las islas de Georgias del sur, lo que supondría una catástrofe medioambiental, según alertan diversos científicos, porque destruiría el hábitat de cientos de plantas y animales autóctonos. Las consecuencias son tan impredecibles como alarmantes.

Las cifras del tamaño de hielo que supone el A68a son inimaginables para una persona: 160 km de longitud, área de 6.000 kilómetros cuadrados, un grosor de unos 200 metros y pesa un billón de toneladas. Es obvio que el impacto de tal mole contra un archipiélago sería devastador, especialmente para las poblaciones de pingüinos las islas son la mayor reserva de estos animales del planeta y de focas, que se podrían topar con sus rutas de alimentación bloqueadas, lo que supondría la muerte de muchas de sus crías. “La época de la cría es la más crucial para pingüinos y focas, por eso la distancia real que tienen que viajar para encontrar comida realmente importa. Si tienen que hacer un gran camino, significa que no van a volver con sus crías a tiempo para evitar que se mueran de hambre en ese lapso”, añadía un científico a cargo del descubrimiento.

El iceberg es una de las muchas consecuencias que el cambio climático tiene en la naturaleza. Formaba parte de la plataforma de hielo Larsen C, una península helada del continente, y se desprendió de ella cuando, en 2017, las grietas provocadas por el calentamiento global se agravaron. Sin embargo, durante varios años se mantuvo junto a la plataforma de la que se había separado, y parecía que ahí se iba a quedar, hasta que el año pasado una corriente oceánica llamada Giro de Weddell empezó a jugar con la masa de hielo que se acabó separando unos 250 km. Y, a partir de ahí, empezó a navegar.

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Las noticias de la posible colisión son muy recientes, a pesar de que A68a lleva en ruta meses. El principal problema para detectarlo fue que se mueve por una zona muy nublosa y no había posibilidad de tomar fotos. Los científicos a cargo de su seguimiento sabían, por lo tanto, que el iceberg estaba “viajando”, pero también pensaban que a medida que se alejaba del continente y que entraba en aguas cálidas, perdería parte de su masa. Pero, por si no tuviéramos pocas en 2020, malas noticias: el trozo de hielo conservaba el 70% de su cuerpo, por lo que saltaron las alarmas. "Se esperaba que se hubiera roto a estas alturas", confiesa a la BBC Andrew Fleming, del British Antarctic Survey BAS.

Ahora, pocos saben qué sucederá. ¿Habrá colisión? ¿No habrá colisión? Simplemente siguen atentos a la ruta, cruzando los dedos para que tome un camino que rodee las islas y no colisione frontalmente contra ellas. “Existe el peligro de que si este iceberg se atasca, podría estar allí durante 10 años”, alerta uno de los científicos del BAS. Una década que podría, sin duda, ser crucial para la vida de estos animales.