Tu facilidad para devolver productos de Amazon está causando toneladas de residuos

Amazon emitiendo millones de CO2 a la atmósfera pero el malo eres tú porque usas un coche contaminante de más de 15 años para ir al centro comercial

Todos hemos devuelto algún producto que no nos ha gustado o convencido. Siempre ha sido el mismo proceso: te llega de Amazon, lo sacas de su envase, lo usas, no es tu talla o no te sirve para lo que creías y lo devuelves en ese periodo de 30 días que suele ofrecer. Un producto nuevo que se va a la fábrica y que muchos suelen pensar —inocentes— que ese producto será vuelto a comerciar a otro comprador que lo necesite. Pero en la mayoría de casos no es así.

Lo descubrió la cadena francesa M6, que infiltró a varios grupos de periodistas en sedes de la multinacional y descubrieron la enorme cantidad de productos sin usar y, muchas veces ni tan siquiera sin abrir, que se destruían. Como explica AFP, en nueve meses, solo en una sede secundaria situada cerca de Lyon se destruyeron 293.000 productos entre los que se incluían móviles, juguetes y paquetes de productos de higiene porque, como no hay penalización medioambiental por provocar residuos durante el proceso de destrucción, les sale más barato que devolverlo al vendedor original y gastarse la pasta en redistribución.

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No es un caso anecdótico. Xataka rescata otro documental del programa alemán Frontal21 que destapó que en Estados Unidos lavavajillas, smartphones y muebles sin usar eran incinerados y destruidos en toneladas porque era más barato que devolverlo. Ante esta rescata , Amazon se defendió, asegurando que había programas para donar los productos a asociaciones y organizaciones, pero según otros testimonios a los que accedió la televisión, se destruían miles de euros en productos de forma diaria.

Frontal21 lo clasificó como un escándalo medioambiental y social. Y no es para menos. Según datos de la empresa de logísticas de devoluciones Optoro que recoge un artículo de la BBC, cada año se están desperdiciando 2.268 toneladas de productos no usados, lo que supone expulsar a la atmósfera 15 millones de CO2, el equivalente a todos los gases que expulsaría un país de tamaño medio europeo como Estonia.

Y a esto se tendría que sumar toda la contaminación que se emite durante la producción y distribución, claro, ya que es producir, gastar recursos y contaminar para, al final, acabar destruyendo. En total, un desastre ecológico que no está perseguido ni penalizado políticamente.

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Por supuesto, parte de la culpa la tenemos nosotros. El 30% de todos los productos comprados online se devuelven. ¿Quién no ha hecho lo de comprar cinco camisetas, probártelas, y devolver las cuatro que no menos te gusten y quedarse solo una? Esa es una actitud muy irresponsable, y más aun teniendo en cuenta que “solo la fabricación y manufactura textil representa el  10% de las emisiones CO2 y el 20% de las aguas residuales a nivel mundial”, como explica el artículo de Xataka.

Sin embargo, la culpa no puede recaer únicamente en el usuario que se aprovecha de los métodos de compra y rutinas de consumo que promueven las grandes empresas y que actúan sin conciencia medioambiental abalada por la inacción de los gobiernos. Sí, nosotros estamos actuando mal consumiendo tanto, pero es que es prácticamente imposible resistirse a esto si el sistema está hecho para favorecerlo y enriquecerse con ello. Basta de decir que gastemos menos y más obligar a Amazon y todas las empresas del sector a que se responsabilicen del daño irreversible que están haciendo a la tierra para lucrarse, sacar beneficio y ahorrarse costes