La brutal lección sobre autoestima de la exmodelo que fue desfigurada con ácido por su ex

Su expareja, con el cual había roto por violarla y apuñalarla, mandó a un cómplice para que le lanzase con ácido sulfúrico. Su cara cambió para siempre, y su vida también

“Cuando tu apariencia se transforma dramáticamente en un instante, cambia tu vida”, explica Katie Piper, una exmodelo británica que sufrió un ataque de ácido en 2008 por parte de su expareja. Ahora acaba de someterse a otra operación para recuperar la vista de un ojo, pero no es su primer procedimiento quirúrgico: ya son 200 las veces que ha pasado por quirófano para curar heridas, recuperar la piel de su rostro y salvar sus ojos de la ceguera ocasionada por el ataque con ácido.

Ácido sulfúrico como venganza

La desfiguración de Piper con ácido fue un ataque machista. Daniel Lynch, su pareja por aquel entonces, la violó, la apuñaló varias veces y ella, a pesar del miedo, decidió romper con él para siempre. Para vengarse, un cómplice de Lynch, Stefan Sylvestre, le lanzó, por petición suya, ácido sulfúrico en la cara. Se le derritió la piel, se quemó su rostro, perdió parcialmente la vista en un ojo, tuvo heridas en los brazos y se tragó un poco de ácido, recibiendo también heridas internas.

Aquí empezó la dramática odisea de Piper y su más de un centenar de operaciones para que recuperase la piel de la cara. “Sustitutos dérmicos, láminas de colágeno y elastina e injertos de piel de otras partes de su cuerpo. Además, usaron células madre para intentar cultivar piel de reemplazo y regenerar células para cualquier parte del cuerpo humano”, explica la revista National Geographic sobre el tratamiento de Piper.

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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Ahora, sus agresores cumplen en cadena perpetua y ella ya ha aceptado su nueva vida. Pero no ha sido fácil. “Ha pasado una década desde que sobreviví a un ataque de ácido sulfúrico que me dejó con severas quemaduras en la cara. En los años siguientes, he trabajado para redefinir mi identidad. Con lesiones como la mía, tu cara está tan dañada que tus expresiones no expresan cómo te sientes. Perdí la capacidad de sonreír. Es una experiencia aislante, te sientes de una forma en el interior pero te ves completamente diferente en el exterior”, confesaba al periodista a cargo del artículo de National Geographic.  

“Nunca volverás a ser hermosa”

Cuando se piensa en este tipo de ataques se tiene en cuenta, sobre todo, las heridas en el rostro y la piel. Sin embargo, la profunda carga emocional que eso conlleva queda un poco olvidada, pero no porque se crean que no provoque traumas que te destrocen el rostro —nadie lo pone en duda— sino porque las operaciones físicas son tan duras y exigentes, que se olvidan de curar las heridas emocionales.

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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Por eso, Piper ha fundado una asociación para ayudar emocionalmente a las víctimas de ataques de ácido, a través de facilitar terapia psicológica y de conectar las víctimas para que se den apoyo entre ellas, no queden aisladas y puedan superar juntas los traumas. “Sufrí estrés post-traumático y muchos otros problemas psicológicos”, confiesa. “Lo primero, fue entender y aceptar que mi antiguo rostro desapareció y nunca volverá”.

Otro de sus grandes retos fue desaprender lo que es "bello". Ella, que era modelo, una profesión que se basa en la estética, la belleza y el cuerpo, fue deformada. Su cara ya no entraba dentro de los cánones de belleza establecidos. Y, sin embargo, se negaba a sentirse fea. La terapia le enseñó a buscar esta belleza en otras cosas. “Ya no me centro en lo estético”, asegura.

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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Ahora hay otras cosas que le parecen bellas: la sonrisa, la voz, los movimientos gráciles, la forma de vestir, la forma de escuchar, de acariciar… La belleza no es solo cumplir unos cánones, es la forma de vivir y de ser que se encuentra en todas las personas y que todos debemos descubrir que tenemos.

Piper se ha convertido en el rostro visible de los ataques con ácido en Reino Unido, sin embargo, ella sabe que es privilegiada. Ha podido viajar por todo el mundo para ser tratada por los mejores especialistas en tratamientos dérmicos y oculares. Además, gracias a su influencia mediática ha podido seguir trabajando en el mundo de la televisión. Pero no siempre es tan fácil el encaje social, y muchas veces las personas miran a las víctimas de ácido con miedo y desprecio, les cierran las oportunidades laborales, y, al final, quedan relegadas a vivir en soledad, excluidas y marginadas.