Probablemente no haya en España nadie que sepa tanto del té matcha como Verónica Hegar, quien lleva una década ya viajando por el mundo para descubrir nuevas técnicas y nuevos sabores alrededor de esta bebida tan presente en tu día a día desde que la descubriste. Por eso lo que ella diga en materia de té matcha vale oro y ahora está avisando de que el país especialista en él, Japón, se está quedando sin suministros suficientes para atender una demanda global que crece y crece cada año. En sus propias palabras, “esto podría cambiar su calidad para siempre”, porque ya hay empresas que intentan venderte como té matcha lo que en realidad es un sucedáneo.
“Hay países que han visto una oportunidad de oro y han empezado a producirlo sin la técnica ni el conocimiento ancestral de Japón. China, por ejemplo, ha convertido muchas de sus plantaciones de té verde en campos de lo que llaman matcha, dejando de lado la producción de sus tés más tradicionales”, explica Hegar. Esto supone dos cosas: que el matcha que te tomas sea una versión mucho más pobre de la original y que encima haya menos tés tradicionales de China y otros países disponibles. Es lo que ocurre cuando el mundo occidental se obsesiona con algo. Llámale quinoa. Llámale aguacate. Llámale espirulina. Los mercados se ven muy trastocados.
¿Deberías entonces dejar de consumir té matcha para que lxs japoneses no se queden sin esta bebida tradicional que llevan bebiendo 800 años? No y sí. No en el sentido de que puedes seguir tomándote una taza de vez en cuando para disfrutarla y beneficiarte de sus propiedades. Sí en el sentido de que harías bien en precisamente eso: limitar cuánto consumes. Y además no es muy complicado porque, como recuerda esta experta, hay muchas otras alternativas muy geniales como “el sencha, el gyokuro o incluso el hojicha”, además de otras variedades de té procedentes de China, de Taiwán o de India. La cosa es no machacar un cultivo hasta reventarlo.
Por otro lado, estaría bien que esas contadas ocasiones en las que tomes té matcha eligieras alternativas puras. De las que están hechas con la técnica japonesa de cultivo bajo sombra y molido en piedra. ¿Que cómo puedes reconocerlas? Hegar dice que la etiqueta de procedencia es clave. Es importante que diga Japón. Además, el color de la bebida debe ser “de un verde intenso y vibrante” y no amarilo o marrón como los matcha de mala calidad. No es por esnobismo. Es que la producción cutre de esta bebida desplaza a otros cultivos y eso no ayuda para nada. La responsabilidad es de todxs. Exprimir el mundo sin destrozarlo en el proceso.