Te habrá pasado cientos de veces: tienes un día tan movidito, tan frenético y sin descanso, que no dispones ni de unos minutillos para parar y llenar el estómago de comida. Te olvidas hasta del hecho de que debes comer. Incluso del propio hambre. Así de estresadx llegas a estar bajo algunas circunstancias. No obstante, y por más que tu mente esté en otras cosas, ajenas a las sensaciones más elementales de tu cerebro, eres consciente de que estás ayunando más de la cuenta porque oyes una serie de quejas provenientes de tus propias tripas. Unos rugidos con los que tu sistema digestivo te alerta de que ha llegado la hora de introducir alimentos en el organismo. ¿Pero de dónde vienen esos sonidos?
La respuesta está en el peristaltismo, las contracciones musculares en forma de ondas que tienen lugar a lo largo de todo el sistema digestivo: la boca, el esófago, el estómago, los intestinos y el recto, todos ellos órganos repletos de músculos con la finalidad de empujar la comida y los residuos de un extremo al otro del tubo digestivo. Como explican desde El Confidencial, “cuando el estómago y el intestino delgado permanecen vacíos durante unas horas, y especialmente a partir de dos, los músculos que lo conforman y protegen comienzan su tarea porque ya han esperado bastante”. Se ponen en marcha. Pero no es un movimiento engañado. Saben que no están digiriendo nada.
¿De dónde vienen esos rugidos?
”Lo hacen porque los receptores que hay en las paredes del estómago, que detectan la ausencia de alimentos, provocan una generación refleja de ondas de actividad eléctrica en el sistema nervioso. En otras palabras: nuestro organismo se pone nervioso a diferentes niveles, y este es uno de ellos”, añaden desde este mismo medio. Es un mensaje que te envían los músculos de tu sistema digestivo. Te están gritando, con el único mecanismo del que disponen, que quieren que encuentres comida y la metas dentro de tu cuerpo. La mente, que aumenta mucho su irritabilidad, te avisa de esta otra manera, pero en ocasiones andas tan ofuscadx de base que ni lo percibes debidamente.
En concreto, y por mera curiosidad, esos rugidos tan evidentes comienzan en el antro del estómago y se van expandiendo por el intestino de manera progresiva. De ahí que muchas veces duren un montón. De hecho, y según lxs expertxs, este peristaltismo nervioso puede llegar a extenderse por períodos de hasta veinte minutos en algunos casos. Entonces parará hasta que, una o dos horas después, vuelva a activarse a propósito para seguir recordándote que alimentarte es una función básica de tu supervivencia. Por si cuestiones secundarias como el dolor de una ruptura o los exámenes de la uni te han llevado a olvidarlo. Escucha a tu cuerpo. Dale lo que necesita de verdad.