Falsificaciones y apropiaciones: así se aprovecha la ‘fast fashion’ de los diseños propios

El hashtag #ShameonShein aglutina las denuncias de muchos ilustradores y diseñadores independientes que han visto robado su trabajo

Gracias a Internet, y especialmente a Instagram, muchos pequeños diseñadores e ilustradores independientes han encontrado la manera de exponer su trabajo y poder ganar dinero con ello.

Pero, lo que tenía que ser visto como algo positivo, se ha convertido en una auténtica pesadilla para muchos al descubrir que sus estampados han sido copiados por grandes marcas de la industria del fast-fashion.

Son centeneras los diseñadores de ropa que bajo el hashtag #ShameonShein han denunciado en redes cómo, de repente, todo su trabajo ha sido plagiado por el gigante asiático. Sudaderas o camisetas que los diseñadores independientes se esfuerzan en crear y venden por precios alrededor de 40€ o más, aparecen en el gran escaparate de Shein a un precio irrisorio.

Ser víctima de plagio no es algo que solo les pase a los diseñadores de moda independiente, sino también a ilustradores y artistas. Muchas personas que se dedican al mundo del dibujo y la pintura comparten su trabajo en Instagram con la finalidad de ganar más visibilidad y poder vivir de ello. Hasta que aparece Shein.

Esto es lo que le paso a Vanessa Bowman, una artista de 51 años que se dedica a dibujar cuadros con inspiración del siglo 19. Bowman lleva más de 30 años trabajando en sus pinturas, habiendo desarrollado un estilo que le ha permitido ganar una gran fanbase y pudiendo vender sus piezas.

El caso de Shein

Un día, Bowman recibió un email de uno de sus seguidores preguntándole si había iniciado una colaboración con Shein. Obviamente ella nunca había dado ningún permiso. En Shein había una sudadera blanca con una de sus pinturas que se valía por tan solo 17 dólares. “Me arrebataron mi mundo”, explicaba la artista al periódico The Guardian, donde denunciaba la situación de usurpación que estaba viviendo.

El caso de Bowman es solo uno de los centenares que se llevan denunciando a lo largo de los años. Algo que también sufren mucho las diseñadoras que se dedican a hacer diseños con croché, ya sean faldas o tops. Normalmente, el croché es un trabajo artesanal que requiere muchas horas de trabajo. Pero como siempre, una máquina puede plagiar los puntos, pero no con la misma calidad.

Lo horrible de la situación es que diseños originales y que llevan horas de trabajo e inspiración acaban también en manos de una gran marca que sin pedir permiso los acaba robando para enriquecerse, no solo a costa de sus trabajadores sino también de diseñadores que no tienen nada que ver con ella.