Amaia está de vuelta: estrena en enero el disco ‘Si abro los ojos no es real’ y ya ha empezado a abrirnos las puertas de nuevo a su mundo mágico en entrevistas e distintos medios de comunicación. La última que ha llamado la atención es la que ha dado a Vogue, en la que explica algunas de las claves del proceso de creación de su nuevo álbum.
Por ejemplo, la cantante reconoce que le importa bastante lo que piensen los demás de ella, aunque su espontaneidad y carácter puedan hacer parecer lo contrario.
Aparte del contenido de la entrevista, lo que nos ha llamado la atención a muchxs es el guiño de la portada a una famosa icónica de los años 90. Y es que en la foto se ve a Amaia con el pelo rizado, labios pintados de marrón y enfundada en un set gris de americana, pantalón y corbata.
El estilismo nos remite directamente al look que Julia Roberts vistió en los Globos de Oro de 1990 para recoger el Globo de Oro por ‘Magnolias de acero’ y con el que rompió esquemas: un diseño de traje de la línea masculina de Giorgio Armani. Un look que, con sus hombreras marcadas y su sastrería impecable, redefinió las normas de la alfombra roja y convirtió una prenda tradicionalmente masculina en un símbolo de empoderamiento femenino.
Ahora, Amaia reinterpreta este mismo espíritu con un ‘power suit’ adaptado a los tiempos actuales. También de Armani, toma el testigo de ese acto transgresor y lo adapta a nuestros tiempos. El mensaje también va en línea a lo que comenta en la entrevista: ella ya no es la Amaia más tierna que daba sus primeros pasos en la adultez, sino que su mirada y su outfit trasladan una imagen de fortaleza de una mujer mucho más madura.
El guiño a los años 90 es bastante metafórico. En ese momento, la decisión de Julia Roberts de vestir un traje masculino desafió los códigos de vestimenta que regían las normas sociales de los premios de Hollywood. Amaia es una cantante que tiene un mensaje diferente y que ha buscado nadar a contracorriente desde que ganó Operación Triunfo en 2017.
El mensaje del ‘power suit’
El ‘power suit’ nace en los años 80, pero consolidó su lugar en los 90. Este traje de corte masculino, que juega con líneas rectas, hombreras marcadas y colores sobrios, fue concebido como una reivindicación para las mujeres que querían hacerse un espacio en entornos dominados por hombres. En aquel momento, vestir un traje no era solo una decisión estética; era una declaración política.
Quizá lo sigue siendo. Lo que comenzó como una herramienta de empoderamiento para las mujeres que irrumpían en espacios dominados por hombres, ahora es un lienzo en blanco que cada persona puede reinterpretar según su personalidad, en un mundo donde las barreras del género buscan ser derribadas.