Pseudoculpa: la señal de que estás haciendo las cosas bien

Aparece cuando pones límites saludables al comportamiento de otra persona

La culpa es una emoción necesaria. La sientes dentro de ti porque tus ancestros, los sapiens que la experimentaban en mayor grado a lo largo de los últimos 350.000 años, gozaron de mayores probabilidades de supervivencia y reproducción que quienes no sufrían remordimiento tras putear a otrxs miembrxs de la tribu. Sus genes de la culpabilidad llegaron a ti. Y eso te hace mucho más prosocial. Más buenx con lxs demás. Más querible. El problema viene cuando ese sentimiento de culpa aparece en situaciones en las que no debería parecer. Según cuenta la consejera Claudia Skowron en un artículo para Psychology Today, ahí no hablamos de culpa como tal: es simplemente pseudoculpa.

No la sientes porque hayas tratado mal a alguien. No surge cuando una acción egoísta provoca dolor a otra persona. No. La sientes cuando das un paso al frente para autoprotegerte: le dices que no a alguien, estableces unos límites para salvaguardar tu dignidad o rechazas actitudes o comportamientos claramente tóxicos. En palabras de Skowron, “la naturaleza de la verdadera culpa es hacerte reflexionar sobre una decisión y fomentar la transformación”. La pseudoculpabilidad, por el contrario, “es una emoción que te insinúa que estás haciendo un cambio saludable” en tu vida. Es la señal definitiva de que debes seguir adelante con él. La prueba de que estás obrando correctamente.

¿Por qué cuesta tanto decir no?

¿Pero por qué mierdas sientes algo tan desagradable cuando cuidas de ti mismx en términos tan razonables? Pues porque eres un ser social hasta la médula. En el fondo de tu corazón, vayas o no de persona súper independiente, ansías la validación y la aceptación de lxs demás, por lo que ponerles barreras te resulta en cierto sentido doloroso. E incierto. Al fin y al cabo, no sabes cómo van a reaccionar. Quizás su grado de prosocialidad sea alto y comprendan tu comportamiento. Quizás no y te rechacen a partir de ese momento. Como apunta esta especialista, “no queremos que los demás piensen mal de nosotros, se enfaden o nos lastimen”. Quieres ser adorable. Quieres encantarles.

No obstante, y a estas alturas de la movie ya lo sabrás de sobra, merece la pena pasar por esa pseudoculpa cuando el resultado es que alguien deje de incomodarte o de dañarte. La prosocialidad está muy bien. Tener una tribu está muy bien. Pero nada de eso está por encima de cuidar de ti mismx. La aceptación no compensa cuando el precio es tu dignidad. Así que la próxima vez que sientas culpa, detente un momento y pregúntate si realmente hiciste algo inapropiado. Sé críticx. Bucea en la moralidad de tu comportamiento. “Si la respuesta es no, estás ante el sentimiento de pseudoculpabilidad”. Y eso solo puede significar una cosa: debes ser fuerte y apostar por ello. Vas por buen camino.