El negocio de las bodas continúa: saluda a las prebodas y las posbodas

Asistir a una de estas ceremonias se está convirtiendo cada vez más en una maratón de despilfarro de energía y dinero

Casarse lleva muchos años convirtiéndose en un negocio cada vez más lucrativo para muchas empresas. Como dijimos hace no mucho, casarse ya no va de amor: va de dinero. La sociedad de consumo ha convencido a muchísima gente de que lo que necesita verdaderamente es una boda por todo lo alto. Que lo importante está en la espectacularidad. En las actividades durante la ceremonia. En la grandilocuencia. Y obviamente las compañías que forman parte de la industria no están aflojando ni un poquito ahora que han conseguido cazarnos: están haciendo que las bodas se expandan hacia atrás y hacia adelante con las prebodas y las posbodas para que duren más.

Y no es una mera sensación. Según cuenta el periodista Carlos Prego, quien ha elaborado un reportaje alrededor de este fenómeno, y basándose en datos del portal Bodas.net, solo el 32% de las bodas dura un día. Es una barbaridad. Quiere decir que si tienes tres bodas este año al menos dos se extenderán como mínimo dos días, que es la cantidad de tiempo que se está volviendo cánon. Pero hay quienes se pasan aún más: “el 28% prolongan el evento durante tres jornadas y un 2% incluso pasa de los cuatro días”. No sé tú, pero yo no sé si tengo la disponibilidad, el dinero y las ganas de pasar varios días rodeado de pompa ceremonial. Al menos no en todas las bodas.

Porque hay casos y casos. Sí, si mi mejor amigo decide hacer una celebración con buen gusto de tres días puede que se termine convirtiendo en una experiencia inolvidable. Pero, honestamente, se tienen que dar circunstancias muy únicas y especiales para que me apetezca de primeras. Y eso por no hablar de la pasta. Si ya resulta bastante caro acudir a una boda, con el estándar clásico de un día, imagínate con tres o cuatro días de evento. Es prácticamente como irte varios días de vacaciones. Igual tienes que sacrificar el viajecito del verano para poder formar parte de una boda. Te sientes como en una maratón. Y sin que decaiga tu ánimo lo más mínimo.

Pero esta tendencia a lo más es mejor tan propia de la cultura de las redes sociales no solo agota a lxs asistentes, sino también a quienes se casan. Es mucha presión. Además de la ceremonia y el banquete de toda la vida, ponte el mono de trabajo y organiza una fiesta preboda para que la gente se conozca y todo vaya estupendísimamente bien en la boda en sí. Ah, y una cena o un brunch posboda para cerrar por todo lo alto. Me canso solo de pensarlo. Y, oye, que no es que esté objetivamente mal. Si cada uno es libre de hacer las cosas a su modo. ¿Pero no estamos perdiendo un poco de vista lo que de verdad importa en todo esto? ¿Lo que debería importar?