Llevas entrenando prácticamente toda tu vida. Eres de esas personas tan afortunadas que no necesitan motivación externa para levantarse de la cama, ponerse la ropa de deporte y plantarse en el gimnasio cuanto toca porque tienes una motivación intrínseca sólida y maravillosa. Y es motivo de admiración y envidia por parte de tu pareja: también quiere ponerse en forma pero le cuesta una barbaridad comprometerse. ¿Qué quiere hacer para cambiarlo? Ir a entrenar contigo. Cree que será estimulante, divertido y productivo. No obstante, y según un nuevo estudio científico, la realidad es bien diferente: el entrenamiento en pareja suele conducir a un peor rendimiento.
En concreto, explica el doctorando en Biomedicina y entrenador personal Joaquín Vico, los resultados de la investigación demostraron que la mayoría de gente “hace más ejercicio de manera individual que si se lo propone hacer en pareja”. Y aunque lxs autorxs de la misma no profundizaron en las posibles causas de este fenómeno resulta relativamente sencillo imaginarlas. Para empezar, está la lógica de la influencia mutua: sí, puede que tu poderosa motivación contagie positivamente a tu pareja, pero también que su falta de compromiso natural te contagie a ti hasta conduciros a los dos a la dejadez máxima. En el mejor de los casos se producirá un equilibrio.
Personaliza tu entrenamiento
Además, también está el tema de la personalización. Porque tú conoces tu cuerpo y lo que necesitas darle para mantenerlo en las condiciones que deseas. Y obviamente no es lo mismo que lo que necesita el cuerpo de tu pareja. En este sentido, es habitual que se produzca una especie de adaptación forzada de las rutinas de entrenamiento de la que salgas perdiendo: cambia tu horario, cambian tus tiempos, cambian incluso los ejercicios que haces... A eso súmale la charleta y la distracción constante. Sí, estáis ahí en el gimnasio entrenando, pero no lo estás dando todo ni cuantitativa ni cualitativamente. Y a la larga lo vas a notar de una manera u otra.
Y pasa lo mismo fuera del gimnasio. En palabras de Vico, “en la investigación se comprobó que las personas que participaban individualmente en la actividad física completaban más pasos diarios de media que aquellas que lo hacían en pareja”. ¡Hasta para andar es un lastre hacerlo en equipo! Por supuesto, compartir una actividad así puede ser bueno para la relación en sí. Ahí debes sacar tú las cuentas: ¿te compensa el bajón de rendimiento deportivo en pos de una mejor conexión emocional? Eso sí: ten en cuenta que pasar tiempo de calidad tú solx, a tu aire y haciendo lo que te mola, es también bueno para tu relación. La frustración nunca trae nada bueno.