Cuando tiras una camiseta en un contenedor de ropa usada, te vuelves a casa pensando que has hecho lo mejor posible. Crees que quizá alguien más le dará una segunda vida y al menos es mucho mejor que desecharla directamente a la basura. La realidad, sin embargo, es mucho más oscura. Según un reciente estudio de Greenpeace, cada prenda depositada en los contenedores de segunda mano recorre una media de 9.000 kilómetros y, en la mayoría de los casos, termina desechada en vertederos de África o Asia.
Para comprobarlo, la ONG colocó dispositivos GPS en 23 prendas de ropa en 2023 y las rastreó durante más de un año.
Los resultados son impactantes: las prendas viajaron por 11 países de cuatro continentes, con un recorrido total de más de 200.000 kilómetros. En lugar de ser reutilizadas localmente, la mayor parte acabó en países como Ghana, Pakistán o India, donde posiblemente nadie las volverá a utilizar jamás.
Repensar la ‘fast-fashion’
Y es que apenas el 4 % de la ropa desechada en España se gestiona correctamente, según la Unión Europea (UE). El resto se exporta bajo la etiqueta de “residuos textiles”, una partida que en 2023 sumó 129.705 toneladas. Una vez en el Sur Global, buena parte de esta ropa termina en vertederos ilegales o quemada, lo que puede llegar a contaminar las comunidades que ya de por sí son más vulnerables.
“El modelo de ‘comprar y tirar’ ha sobrepasado los límites del planeta”, afirma Sara del Río, coordinadora de Greenpeace en una nota de prensa de la ONG. Y es que la moda rápida genera desigualdad. En países como Bangladesh, el corazón de la producción textil global, el 90 % de los trabajadores del sector no pueden permitirse una alimentación correcta, mientras fabrican la ropa que viste a los privilegiados del mundo.
En 2025, una legislación europea obligará a las empresas textiles a asumir la responsabilidad de la gestión de sus residuos. Sin embargo, el camino hacia un modelo sostenible sigue plagado de dudas. No se sabe cómo lo van a hacer y las toneladas de ropa que se generan requieren repensar el modelo.
Mientras tanto, los expertos recomiendan consumir de forma más moderada. Como señala Greenpeace, el reciclaje textil está cerca de tocar techo: solo el 1% de la ropa se transforma en prendas nuevas, mientras que el resto contribuye a un bucle interminable de contaminación y desigualdad. Así que, si no podemos darle una segunda vida a nuestra ropa, quizá es el momento de preguntarnos si el mejor modelo sea reducir nuestras compras e intentar ser más sostenibles.