Trump ha vuelto a ganar las elecciones de los Estados Unidos. Trump ha vuelto a reposar su culo en el sillón del despacho oval. Trump ha vuelto a convertirse en presidente del país más poderoso del mundo. Y obviamente la izquierda ha encendido las alarmas. Porque sí: la geopolítica planetaria entera puede cambiar a causa de esta victoria. El rumbo de la humanidad puede alterarse totalmente. Al fin y al cabo, y a diferencia de lo que ocurrió durante su primer mandato, esta vez Trump tiene el apoyo incondicional del Partido Republicano. Con el Make America Great Again por bandera, él y su equipo tienen muy claro qué quieren hacer en los primeros meses de legislatura.
Como explicó el columnista conservador Daniel McCarthy recientemente, “las iniciativas nacionales más estresantes, más dolorosas y más importantes de la presidencia de Trump deben perseguirse y lograrse sustancialmente en el primer año de su regreso al poder”. ¿Pero cuáles son esas exactamente? Para empezar, está la lucha encarnizada contra la inmigración. Piensa que Stephen Miller, responsable de las políticas antiinmigratorias racistas del pasado mandato como la separación familiar de padres y niños migrantes o la eliminación del programa Acción Diferida para los Llegados en la Infancia, volverá a formar parte del gabinete de Trump. No puede esperarse nada bueno.
Una ola de xenofobia
De hecho, el propio Trump prometió en septiembre de este mismo año llevar a cabo “la mayor operación de deportación de la historia de Estados Unidos”. O dicho de otro modo: el nuevo presidente tiene a los inmigrantes como sus principales enemigos y hará todo lo que pueda para perseguirlos y expulsarlos del país. Alimentará la ola de xenofobia. Polarizará aún más la sociedad estadounidense. Y la dividirá aún más entre quienes quieren unos Estados Unidos conciliador y quienes quieren unos Estados Unidos belicista. “Nuestras fuerzas armadas volverán a ser grandes”. Elise Stefanik, abiertamente proisraelí, también estará en el súper equipo reaccionario de Donald Trump.
Aunque probablemente los mayores líos vengan con China. Como explican desde Infolibre, “Michael Waltz, ex militar que adopta una línea dura en la confrontación con China, asumirá el cargo de Consejero de Seguridad Nacional”. Otros muchos de sus ayudantes, como Marco Rubio o Lee Zeldin, también tienen entre ceja y ceja trabajar para imponerse al gigante asiático por las buenas o por las malas. Y eso son unas terribles noticias para el mundo. A fin de cuentas, hablamos de dos potencias cuya confrontación puede llenar el mundo de inestabilidad y de división. Se esperan aranceles y otras medidas de presión económica muy pronto. Se espera una nueva Guerra Fría.
¿Y qué hay de Elon Musk?
Sí, como ya habrás escuchado por internet, Trump ha anunciado que Musk formará parte de su plantel en calidad de líder del nuevo Departamento de Eficiencia Gubernamental. La idea oficial es que esta institución consiga que la administración pública sea sostenible. La realidad es que ha sido creada para desmantelar poco a poco el Estado. Lxs expertxs hablan de despidos masivos, de recortes en educación, de recortes en sanidad y, en general, de debilitar el sistema público para sustituirlo por empresas privadas, algunas de las cuales podrían provenir directamente del propio Musk. Una distopía liberal. Un sistema antidemocrático.
No pienses que es una exageración. Solo tienes que ver que Robert Kennedy Junior, “un antivacunas confeso que afirmó que el covid estaba diseñado para atacar a personas blancas y negras mientras que los judíos y chinos eran inmunes”, se encargará de dirigir el Departamento de Sanidad del país. Es todo un disparate. Y da igual si es un mentiroso populista o un conspiranoico de verdad. En cualquier caso es terrible que esté al mando de la protección de la salud de lxs ciudadanxs. El mandato 2.0 de Trump será más bestia y más duro que el 1.0, especialmente para las clases desfavorecidas y más vulnerables. Ojalá esta ola de extrema derecha no se extienda aún más.