Por qué no debes reírle las bromas desagradables a nadie

Cuando algo es desagradable o incómodo no hay que “reír las gracias”, se acabó

Hacer una buena broma es una especie de don. Hay que saber encajar el comentario perfecto en buen momento, es importante que una broma incluya a todxs o que no ofenda demasiado a la persona a la que va referida. Para hacer una buena broma hay que saber también a quien se refiere y que nivel de confianza tienes con esa persona, y aún así puede resultar incómoda o desagradable.

Estos niveles cambian mucho si nos referimos a una situación de una comodidad impuesta, como puede ser el entorno laboral. En este ambiente se crea una especie de nivel de confianza base en el que a veces algunas personas se pasan de la raya. Puede pasar que se confunda el compañerismo con la amistad, y esto puede llevar a situaciones incómodas como tener que reír una broma sin gracia.

Hace poco se ha vuelto a viralizar en Twitter (ahora X) un post de la autora Heather Thompson (del año 2019) en el que señalaba una situación desagradable en su trabajo cuando ella tenía tan solo 19 años, y su jefe 45. En ese momento él bromeó con que ella tendría que haber sido “operadora de una línea erótica” a lo que ella le pidió que le explicara la gracia.

Su jefe en ese momento se quedó paralizado, con lo que Heather asegura que aprendió una muy buena lección: “Así es como aprendí que una vez que los acosadores sexuales tienen que explicar por qué sus chistes inapropiados son divertidos, dejan de reír”, añade al final del post.

No callarse

Una de las claves de lo que hizo Heather fue preguntar la gracia de la broma. Evidentemente si expones a alguien a tener que dar una explicación esa persona tiene que enfrentarse a la base de su “chiste”, en lo que seguramente pueda descubrir que no tenía tanta gracia. Esa manera de exponer al “bromista” puede servir para que esa persona se de cuenta de que la broma no tenía “tanta gracia” y que una vez explicada le pone en ridículo.

Confrontar

Esto puede pasar en cualquier situación o con cualquier persona, hasta con un amigo especialmente cercano, o con un familiar. Lo importante es que en estos casos “reírse de algo” puede resultar una especie de validación, con lo que hacerlo una vez puede provocar que esa persona crea que puede repetir el comentario. Si una broma no te hace gracia con no reír puede ser suficiente, pero si además es algo hiriente puedes plantearle a la persona la siguiente pregunta: “¿Dónde está la gracia?”

Así pues la respuesta a las bromas “sin gracia” es confrontarlas. De esta manera puedes hacer que esa persona se plantee si lo que ha dicho es adecuado, y seguramente no vuelva a repetirlo tras este planteamiento.