Lucy Letby, la mayor asesina de bebés de la historia del Reino Unido, condenada a cadena perpetua

Los padres de las víctimas han relatado ante el tribunal las consecuencias traumáticas que los ataques han tenido en sus vidas

El juez del tribunal de Manchester James Goss ha condenado este lunes a la enfermera Lucy Letby a cadena perpetua por el asesinato de siete bebés y por el intento de asesinato de otros seis, cometidos entre junio de 2015 y junio de 2016. Un caso que ha sacudido al Reino Unido y que ha convertido a Letby, trabajadora de la unidad neonatal del hospital Condesa de Chester –al noroeste de Inglaterra–, en la mayor asesina de niños de la historia reciente del país. El juez ha leído la sentencia ante los padres y familiares de las víctimas y en ausencia de Letby, que ha optado por no asistir a la lectura.

“Debido a que la gravedad de los delitos es excepcionalmente alta, ordeno que no se apliquen las disposiciones de libertad anticipada. La orden del tribunal es de cadena perpetua por cada uno de los delitos: pasará el resto de su vida en la cárcel”, ha asegurado Goss. Tras 10 meses de juicio, el más largo para un delito penal en la historia del país, el jurado consideró probado que Letby aprovechó el estado de vulnerabilidad de los bebés para inyectarles sustancias inocuas como aire, leche o insulina. “[Letby] ha negado fríamente cualquier responsabilidad por su conducta y ha tratado de atribuir la responsabilidad a terceras personas. No hay ningún signo de remordimiento”, ha destacado el juez.

Consecuencias traumáticas

Poco antes de conocer la condena, los padres de las víctimas han relatado ante el tribunal las consecuencias traumáticas que los ataques han tenido en sus vidas. Muchos de ellos han reconocido sentirse culpables por lo ocurrido y tener una enorme desconfianza hacia el personal hospitalario desde entonces. Algunos de ellos han contado cómo la muerte de sus hijos rompió su matrimonio e incluso les llevó a intentar quitarse la vida. “El impacto de sus crímenes ha sido inmenso, como demuestran las conmovedoras declaraciones personales que se han leído esta mañana ante el tribunal”, ha asegurado Goss. Entre las víctimas de la enfermera había dos hermanos trillizos, un bebé de menos de 1 kilo de peso y una niña prematura que nació con 10 semanas de antelación.

Letby, de 33 años, aprovechó la confianza que tanto sus compañeros como los padres de los recién nacidos habían depositado en ella para llevar a cabo los crímenes de forma calculada y premeditada. A pesar de las sospechas que levantó semanas después de los primeros asesinatos, la dirección del hospital no decidió apartarla hasta un año después e incluso obligó a los compañeros que habían dudado de ella a disculparse. Los responsables del centro aseguran que no había pruebas suficientes para incriminar a Letby, algo que tratará de aclarar la investigación independiente anunciada por el Gobierno británico el pasado viernes. Algunas voces, como la del líder de la oposición, Keir Starmer, han reclamado que la investigación tenga poderes legales para obligar a declarar a todos los posibles testigos.

Otros casos investigados

Más casos investigados La policía ha anunciado además estar investigando otros posibles casos en los que la enfermera pudo estar implicada, cometidos presuntamente entre 2012 y 2016. Según fuentes policiales citadas por el diario ‘The Guardian’, existen sospechas de que Letby podría estar detrás de otra treintena de casos, detectados en los dos hospitales en los que trabajó y en los que el estado de salud de los recién nacidos empeoró de forma repentina. Los agentes están examinando cerca de 4.000 expedientes médicos para no dejar ningún caso sin atender.

La decisión de la enfermera de no asistir a la lectura de la sentencia ha abierto el debate sobre la necesidad de cambiar la ley para obligar a los acusados a estar presentes en la sala. Algo a lo que se ha mostrado abierto el Gobierno: “Lucy Letby no es sólo una asesina, sino también una cobarde”, ha asegurado el ministro de Justicia, Alex Chalk, a través de las redes sociales. “Su negativa a enfrentarse a los familiares de las víctimas, rechazando escuchar sus declaraciones y la condena de la sociedad, es el insulto final. Estamos contemplando cambiar la ley para que los acusados estén obligados a asistir a la lectura de su sentencia”.