La idea de que siempre hay que tener ganas de sexo es muy cool pero totalmente contraproducente: la libido de una persona va variando a lo largo de los días, de las semanas, de los meses y de los años, y es perfectamente normal que haya ocasiones en las que no te apetece nada. Y es especialmente importante que lo asimiles si eres un hombre, puesto que la masculinidad tóxica establece que los tíos deben estar cachondos y dispuestos permanentemente. Una tontería que contradice la naturaleza humana. Tú y tu libido sois únicos. Puede pasar que la tengas más baja que tu pareja con independencia de tu género. Y puede pasar todo lo contrario: que la tengas mucho más alta.
Y eso puede generar ciertos conflictos. Al fin y al cabo, en tu fuero interno te debates entre dos impulsos: el de no presionar a tu pareja y el de satisfacer tus necesidades sexuales. En ese sentido, el primer paso que debes tomar para gestionarlo, según cuenta la especialista sexual Amy Killen en un artículo para Poosh, es comprender que es un fenómeno habitual. Puede parecer poca cosa, pero el hecho de no sentir que os ocurre algo especial, de no pensar que hay algo mal en vosotrxs, que sois una pareja más lidiando con ese tipo de situación, puede contribuir a reducir la presión y los sentimientos negativos asociados a esa disparidad de libido. A partir de ahí, puedes trabajarlo mejor.
¿Cómo trabajarlo en pareja?
Como siempre: comunicándose. “El primer paso importante es hablar abiertamente al respecto. Comprender qué tipo de deseo sexual tiene cada uno puede ser útil. Es completamente normal que la libido fluya y fluya a lo largo de las diferentes estaciones de tu vida”. El reconocimiento mutuo de esa disparidad y de las emociones que suscita en cada unx pone las bases para encontrar soluciones. Una de las que más puede ayudaros es la programación del sexo. Como dice la terapeuta sexual Shamyra Howard, “programar el sexo no hace que sea menos satisfactorio, pero muestra un compromiso de priorizar la intimidad sexual”. La pregunta es: ¿no es eso una forma de forzarlo?
Sí, pero no en el mal sentido. Para entenderlo bien debes entender los dos tipos de deseos que hay. “El deseo sexual espontáneo ocurre al azar y no requiere estimulación para ponerse en marcha. El deseo sexual receptivo necesita estimulación mental o física para acelerarlo”. La cosa es que conforme avanza una relación el deseo receptivo va imponiéndose al deseo espontáneo. Y no es malo. Es simplemente que ya no estáis con las hormonas del enamoramiento por las nubes. Si tú, por circunstancias de la vida, sigues teniendo un deseo espontáneo muy fuerte, no te sientas mal. Usa tu motivación sexual para encenderle. Seduce con paciencia. Y no interpreta una negativa como algo personal.