Parejas LAT: una tendencia claramente al alza

¿Una manera de encumbrar el tiempo de calidad u otra renuncia en pos del individualismo más exagerado?

No es ninguna tontería decir que las parejas lo tienen más fácil que lxs solterxs en nuestra sociedad. Al fin y al cabo, y al menos entre las generaciones más jóvenes donde las mujeres trabajan tanto como los hombres en oficios retribuidos, son dos sueldos a la hora de pagar el alquiler o afrontar una hipoteca. Y, pese a ello, pese a las ventajas que esto tiene, cada vez más parejas están abrazando una tendencia que en el mundo anglosajón es denominada como Living Apart Together (LAT) y que viene a ser muy sencilla de explicar: somos pareja, nos amamos, nos cuidamos, nos respetamos y tenemos un proyecto común, pero tú vives en tu casa y yo vivo en la mía.

Y el fenómeno tiene miga. Claramente, y teniendo en cuenta que la situación socioeconómica invita a compartir hogar y gastos, detrás del LAT debe haber un motivo de peso y, según la mayoría de expertxs, se trata de la preservación de la individualidad. Como apuntan desde el medio digital El Confidencial, “el modelo LAT permite que cada miembro de la pareja mantenga su identidad sin sentir que desaparece dentro de la rutina del otro”. Además, dicen, la falta de convivencia diaria da lugar a una menor cantidad de discusiones cotidianas, lo que en teoría sería bueno para la salud de la relación. ¿Solo en teoría? Bueno, esto depende mucho de la perspectiva de cada unx.

¿Buena idea o individualismo extremo?

Porque la tendencia al alza del modelo LAT tiene otra lectura: ¿no es otra manera más de ahondar en el individualismo extremo que impulsa la sociedad moderna? Cada vez más separados. Cada vez más cada unx dentro de su propia cabeza. ¿Y no es también una forma de, en aras de una supuesta revalorización del tiempo de calidad, renunciar a los esfuerzos que requiere negociar la vida con otra persona? Sí, mi novia y yo no estamos siempre de acuerdo con cómo deben hacerse las cosas ni con qué estantería comprar ni con qué película ver, pero crear un entorno de discusión amable me hace sentir más cerca de ella. No es como que no pueda soportar ceder a veces.

Además, estar en la cotidianeidad te permite ver cosas que no verías si los encuentros fueran muy selectivos. Te da la oportunidad de acceder a todo lo que es. O a casi todo. Como dicen desde el citado medio, “la falta de proximidad física diaria puede ser un obstáculo para mantener la intimidad y la conexión emocional, especialmente en situaciones donde el contacto constante es una necesidad importante”. ¿Quiere decir todo esto que sea mala idea? No necesariamente. Cada persona es un mundo. Cada pareja es un mundo. No obstante, decir no a cada vez más responsabilidades sociales en pos de la más absoluta individualidad podría no ser lo mejor. ¿Tú qué piensas?