Dormir con el método escandinavo salva relaciones

¿Quién ha dicho que tengáis que dormir bajo una misma manta sí o sí?

Tus relaciones románticas están petadas de normas no escritas: dogmas de comportamiento que aprendiste de tus padres, de tus abuelxs, de las parejas que salen en las películas y en las series de televisión y, en definitiva, de todos los referentes posibles acerca del amor. Una de ellas es el hecho de que lxs miembrxs de una pareja deben dormir bajo un mismo edredón. De hecho, si no lo hacen, si cada unx de ellxs duerme en su propio hábitat, sin posibilidad de que sus cuerpos se toquen, lo más habitual es que el resto de la peña piense que algo va mal. Incluso ellxs mismxs pueden llegar a creer que tienen un problema. ¿Pero sabes qué? No es verdad. Es hasta una buena idea no compartir manta.

Así lo defiende en una publicación para la revista digital Poosh la especialista del sueño Alanna McGinn. En sus propias palabras, el método escandinavo, como se conoce a la práctica de dormir en una misma cama pero cada unx con su propio tapado, “puede cambiar las reglas del juego y traer la libertad y la paz que todo el mundo merece”. Libertad porque puedes moverte sin que ello afecte a la otra persona. No tendrás que negociar cada centímetro. Paz porque los movimientos de la otra persona, que en muchas ocasiones desplazan el edredón de aquí para allá, no te afectarán a ti. Se acabaron las encarnizadas luchas por el nórdico en invierno. Ambxs dormiréis la mar de a gusto.

Necesitas dormir bien

Y eso no es cualquier cosa. Al fin y al cabo, la calidad de la higiene del sueño influye muy significativamente en el estado de ánimo, por lo que dormir bien por las noches incrementa la posibilidad de buen rollo entre tú y tu pareja durante el resto del día. De ahí que sea algo que esta experta del descanso recomiende a sus pacientes todo el tiempo. Como ella misma dice, “es algo que puede salvar relaciones”. Es uno de esos pequeños gestos que parecen nimios pero que día tras día, semana tras semana, mes tras mes, año tras años, van marcando una enorme diferencia en la salubridad de la pareja. Porque reconócelo: terminas detestando a cualquier persona que te impida dormir guay.

Además, no es solo una cuestión de movimientos y centímetros de manta. También está el tema de la temperatura. Quizá tú tiendes a ser muy friolerx y necesitas un tapado bien gordito y tu pareja se convierte rápidamente en un horno que pasa mucho calor y prefiere una tela más ligera. ¿Qué necesidad hay de que uno sufra innecesariamente cuando podéis gozarlo de lo lindo ambxs? Como afirma esta experta, “no hay razón para usar la misma manta cuando tenéis diferentes temperaturas corporales cuando dormís”. Y no os rayéis pensando que está mal, que os falta romanticismo. En las relaciones no debería haber normas generales. Vosotrxs construís las vuestras.