Basta: a tu perro no le gustan tus abrazos

Se sientan tan vulnerables que sus cuerpos generan una gran cantidad de cortisol

El amor no consiste en moldear las necesidades de la otra parte para que encajen con las tuyas, sino en entender que tiene necesidades distintas y respetarlas. Y eso vale tanto para las personas como para los animales. Porque no: a tu perro no le gustan tus abrazos. Da igual que cada día veas infinidad de publicaciones en redes sociales en las que la gente agarra bien fuerte y con cariño a sus perros. Da igual que estén en manos de los humanos que más aman en este mundo. Da igual que pongas todo tu corazón en ello. Según una nueva investigación llevada a cabo por un equipo internacional de científicxs, es un acto que, pese a tus buenas intenciones, solo genera agobio en sus cerebros.

En palabras del doctor Stanley Coren, quien se hace eco del estudio en las páginas de Psychology Today, “cualquier persona con conocimiento de las señales de comunicación de los perros debería poder darse cuenta de que muchos de los perros que se muestran en la multitud de fotografías publicadas, en lugar de disfrutar de los brazos, en realidad muestran signos de estrés”. El problema es que la inmensa mayoría de la gente no posee este conocimiento. Incluido tú. Y así llevas años dándole achuchones a tu mascota que para ti son un reforzador del vínculo entre vosotrxs y para ella un tormento. Y esta disparidad tiene una explicación biológica.

No te extrañes si sale corriendo

“Los perros son técnicamente animales de carrera, lo que significa que están diseñados para correr rápido. Eso implica que en momentos de amenaza su primera línea de defensa es su capacidad de huir. Los conductistas creen que privar a un perro de este curso de acción inmovilizándolo con un abrazo puede aumentar sus niveles de cortisol”, añade Coren. Y sí, está claro que tú, después de tantos momentos juntxs, le transmites confianza, pero no deja de ser una criatura con instintos de supervivencia muy concretos. No les mola sentirse acorralados ni encerrados. Además, no comprenden el componente cariñoso de un abrazo. No le estás transfiriendo amor.

Pero, sobre todo, lo que está mal es que dejes que terceras personas con un vínculo mucho más débil o inexistente con tu perro lo abracen. Al fin y al cabo, ahí la inmovilización genera mucha más tensión en el animal y “si la ansiedad se vuelve significativamente intensa incluso puede verse impulsado a morder”. Luego vienen los es muy bueno no sé por qué se ha puesto así contigo. Y si no te fías de nada de esto, fíjate bien en las señales de estrés la próxima vez que lo abracen: evitación del contacto visual, alejamiento de la cabeza, autolamida del labio o de la nariz, parpadeo, jadeo o posicionamiento plano de las orejas. Lo está pasando mal de verdad. Ahórrale el mal trago.