Qué es el síndrome de la “niña buena” que afecta a tantas mujeres

Nunca fuiste la niña rebelde y ahora te pasa factura

Eras una niña que ganaba todos los premios de escritura de tu escuela. Siempre tan inteligente, tan buena. Tus padres apenas te regañaban y en la adolescencia tampoco les diste mucho problema. Más bien eras tranquila, no te metías en muchos líos y te sentaban siempre al lado del niño liante en clase para ver si le pegabas un poco de tu listura e inteligencia. Si alguna de estas características te suena, quizá hoy en día sufras con el “síndrome de la niña buena”.

Los psicólogos hablan de este síndrome -que no es un trastorno ni una enfermedad- cuando se encuentran con personas muy pendientes de la aprobación de los demás, que no saben decir que no, tienen muchísimo miedo de decepcionar a los que les rodean, y tienen muy poca tolerancia a las críticas. En su mayoría, son mujeres. No solo es un tema de cómo nos han educado en casa, premiando cuando sacábamos buenas notas y nos portábamos bien y sin reforzar cuando decíamos que no. Es también culpa de nuestra sociedad machista y metida en un rol en el que la mujer tiene que ser responsable y cuidar de los demás.

Muchas de las mujeres que lo sufren llegan a las consultas de los psicólogxs con ansiedad, pero no saben bien por qué. Pero son personas que tienden a tragar mucho, a no poner límites cuando el jefe o la jefa les pide que hagan de más, a no poder romper con relaciones que no les aportan... Se sienten demasiado culpables. Como explica la psicóloga Mireia Rodríguez, en sus amistades son las típicas que siempre escuchan los dramas de sus amigas y sostienen al grupo.

Los sentimientos reprimidos acaban saliendo por algún lado

La rabia de ese momento en el que hirieron tus sentimientos y no dijiste nada, la rabia de cuando tiraron por el suelo lo que sentías y tampoco lo expresaste... Pueden llegar a ser personas rencorosas, porque han tenido que callar y tragar durante mucho tiempo. Y claro, todo lo que se guarda... Se guarda en alguna parte. El cuerpo suele expresarlo de distintas formas: con ansiedad, con ataques de pánico, con dolores estomacales o muchísimo cansancio. Imagina toda la energía invertida en complacer a los demás que podría ir para ti y tu placer.

Pero identificar estos patrones de conducta en ti no significa que esto tenga que definirte para siempre. Por eso se llaman patrones de conducta y obviamente no son hereditarios. Se pueden romper.