Alizz ya lo dijo en su concierto el penúltimo día del festi: “Dicen que este es el mejor festival de toda España, ¿verdad?”. Y razón no le faltaba.
Pongámonos en situación. Aranda de Duero, pleno agosto y cinco días de festival. Actuaciones tanto por la mañana en el pueblo, como por la noche en el recinto ferial. En resumen: non-stop party (para quien le aguantara el cuerpo, claro).
Coca-Cola nos hizo llegar a la redacción de Código Nuevo un par de invitaciones para sumarnos al festi y no nos pudimos negar, así que aquí va la crónica de una persona que jamás había ido al Sonorama y que, sin duda, repetirá.
1. Más que un festi, parecen las fiestas de tu pueblo
El Sonorama no es un festi al uso, es una verbena de pueblo GIGANTE y es lo que lo hace todavía mejor.
De verdad que allí lo único que faltaba eran casetas de feria y una churrería 24/7. Pero los autos de choque y los escenarios con bombillas no faltaron. Tampoco los grupazos que hicieron de esta 26ª edición un Sonorama Ribera espectacular.
Amaral —celebrando sus 25 años de carrera—, Vetusta Morla, Viva Suecia, Jorge Drexler, Arde Bogotá y Ayax y Prok fueron los grandes cabezas de cartel que abarrotaron la zona del público de los dos escenarios principales.
2. No hay guiris
Si solo has pisado festis de Barcelona o Madrid, lo que te sorprende en muchos de ellos es escuchar a gente hablando español. Pues en el Sonorama es justo lo contrario. Lo raro era escuchar a alguien hablando inglés. Y si el mítico grupo de Chicago Wilco sí que atrajo a algún que otro extranjero, apuesto a que el 98% de las 150.000 personas que pasamos por Aranda de Duero durante el festi éramos españolas o latinas.
3. Suenan canciones de toda la vida
Por dónde empezar. Por la reina de esta edición, que sin duda fue Amaral. La artista “revolucionó” a las 35.000 personas que estuvimos presentes en el concierto de los 25 años del dúo aragonés. Pero hablemos también del resto de artistas. Porque si hay algo precioso que tiene el Sonorama es que cualquiera que estuviera en aquel festi, tenía grabadas muchas de las canciones que allí sonaron en momentos de vital de su vida. O ¿quién no ha crecido con las míticas canciones de Sidonie, Jorge Drexler o Nena Daconte? Épico, la verdad.
4. Fiesta de sobra
Qué decir de un festi que por la mañana se celebra en un pueblo abarrotado con pistolas de agua y chorrazos de manguera y que por la noche te promete la fiesta de tu vida. No se me ocurre mejor combinación.
Especial mención a Ojete Calor, que consiguió que 30.000 personas hicieran temblar el suelo de Burgos al ritmo de ‘Viejoven’, o de las DJ’s argentinas al mando de la fiesta Polenta, que no pararon de pinchar los temazos de Rosalía y Rauw para rompernos todavía más el corazoncito mientras nos dejábamos las piernas bailando en la pista.