Paula Bonet le habla a la hija que perdió para exponer una cruda realidad

Entrevistamos a la autora y pintora ahora que se ha publicado su libro 'Roedores. Cuerpo de embarazada sin embrión' Literatura Random House en el que expone un diario sobre sus dos abortos junto a una selección de dibujos que pintó para su hija
Laura Aparicio

“Si todo sale bien, sentiré por fin cómo va formándose un nuevo ser humano en mis tripas. Experimentaré lo animal del parto. La sangre, el sudor y la fuerza”. Así habla Paula Bonet Villarreal, 1980 al final de su libro Roedores. Cuerpo de embarazada sin embrión Literatura Random House, 2018. Finalmente no vivió esa experiencia. En este cuento, que es a la vez una carta de amor en forma de diario para una hija que no pudo nacer, la autora y pintora comparte sus miedos y esperanzas poniendo una cruda realidad sobre la mesa: sufrir dos abortos espontáneos.

Por eso, como ella misma relata, ha decidido escribir “a través de un lenguaje austero, sin adjetivos y lleno de silencios”. Cuando hablamos con ella se conforma una intimidad donde el trauma y la ausencia se comentan desde la calma y casi desde el alivio.

Después de haber pasado por dos abortos espontáneos y de mostrar abiertamente tu experiencia, ¿cómo percibes la maternidad?

Pienso que se nos ha vendido una idea equivocada de la maternidad, de hecho partimos de la 'maternidad' en singular y yo creo que existen muchas maternidades y que las mujeres tenemos que ser libres, primero en decidir si queremos o no serlo y segundo, decidir cómo queremos abordar esta maternidad. Desde que somos pequeñas se nos da un muñeco de plástico y a los dos años empezamos a hacer de madres.

Claro, en nuestra sociedad la maternidad está ligada al mero hecho de ser mujer...

Este contexto nos dice que, si tu cuerpo puede gestar y puede parir, ese es y será el objetivo principal que tiene. La pregunta está mal hecha desde el principio. La pregunta debería ser ‘¿quieres ser madre?’ Partiríamos de un lugar mucho más interesante. Maternidad y feminidad no son la misma cosa, tenemos que poder entenderlas como dos procesos separados. 

A pesar del dolor, ¿existe algún aspecto 'bueno' en esta experiencia?

A pesar del dolor, a pesar de haber sufrido dos pérdidas gestacionales en un año, estoy convencida en que ahora estoy en un lugar mucho más interesante, ahora me estoy haciendo la pregunta correcta, antes estaba queriendo ser madre sin tener realmente claro si eso quiero o no quiero que forme parte de mi vida. Estaba queriendo ser madre por este deseo que se supone que es casi innato, por este instinto maternal que nos han dicho que existe y que no existe y por esta lucha contra el tiempo, porque a partir de los 35 años los óvulos empiezan a ser menos fértiles.

¿Qué otras dificultades hay para las mujeres a esa edad?

Yo me estaba acercando a los 40 años, que es la edad compleja para ser madre. Pero es que a la vez que es complejo de forma biológica, es la edad a la que nos podemos permitir serlo porque hasta ese momento el contexto no nos ha permitido planteárnoslo porque no tenemos los medios. A nivel personal estoy muy contenta con lo que me ha sucedido, si pudiera volver atrás lo volvería a vivir porque me ha colocado en un lugar mucho más interesante sobre todo en cuanto al diálogo conmigo misma, en cuanto al diálogo con el contexto y en cuanto a lo que implica ser mujer.

Al ser la protagonista de tu historia, ¿con qué dificultades te encuentras al hablar de tu experiencia?

En realidad, no siento que sea la protagonista de Roedores, de hecho es algo de lo que he querido ser muy consciente desde el principio. El hecho de escribir sobre esta experiencia tiene como único objetivo poner esta realidad sobre la mesa, no es un libro que busque consuelo, no es un libro que busque revolcarse en el barro, no es un libro que sea un llanto por el hijo que no ha llegado. Es un libro que nombra que hay muchísimas realidades que afectan al cuerpo de las mujeres que continúan siendo tabúes y que lo único que provocan es que en el momento en que suceden ciertos hechos no tengamos las herramientas emocionales para poder gestionarlos.

Entiendo que tú, como la mayoría de nosotras, tampoco contabas con esas herramientas emocionales...

A mí la primera vez que me sucedió, lo que me pasó fue que formé parte de ese silencio colectivo y formé parte de esa sensación de tener una tara, como mujer no estaba haciendo lo que mi cuerpo tenia que darle a esta sociedad. También sentía que era responsabilidad mía el hecho de haber perdido a ese posible hijo/hija porque había salido, había viajado, había comido a deshoras, no había sido 'buena madre'. Había empezado siendo mala madre, así que la segunda vez que me quedé embarazada cambié absolutamente todos los hábitos y sucedió lo mismo. Me di cuenta que la segunda vez que me pasó tenía herramientas para gestionar aquello así que lo estaba viviendo de una forma mucho más sana.

Además de este tránsito emocional, ¿de dónde bebes para crear 'Roedores'?

Desde mi anterior libro vi que estoy intentando rescatar voces de mujeres que para mí son importantes. Mi anterior libro, La Sed, es una especie de despertar debido a un desmoronamiento: porque la igualdad de género que se me había prometido desde pequeña es irreal, porque por ser mujer se me intenta desprestigiar, porque tengo que demostrar diez veces más que un hombre que lo que tengo me lo merezco. Busqué entonces referentes femeninos para ver cómo habían hecho ellas para habitar en un contexto hecho a la medida del hombre. Por ellas entendí que lo femenino también es universal, que el personaje femenino no es el secundario, no es el que aparece cuando el personaje principal necesita ser cuidado o necesita follar. Todo lo que aprendí gracias a estas autoras me hizo sentirme menos monstruo.

Volviendo a la experiencia del aborto espontáneo, ¿hay aspectos para los que es imposible estar preparada?

Sí, como en cualquier experiencia vital. La falta de información es enorme en todos los sentidos. Sobre todo antes del embarazo porque nos han explicado que si te quedas embarazada vas a tener un bebé. Y de repente te encuentras con la soledad, con una relación con tus emociones, con tu físico, ves cómo tu pareja, tus amigas o familiares no saben acercarse a ti pero sobre todo hay un factor que fue el que a mí más me dolió. Y es que socialmente no puedas vivir un duelo: que un hijo que no nació para la sociedad no existe. Los duelos por pérdidas gestacionales no están contemplados.

Este dolor que has experimentado, ¿te ha servido como medio para crear arte?

Yo he podido hacer Roedores porque estoy bastante separada de ese dolor. Creo que si estuviera viviendo el dolor como lo viví después del primer aborto no podría haber hecho este libro y sobre todo no podría estar ahora aquí hablando. Sería incapaz de nombrarlo y sería incapaz de separarme de la experiencia emocional fuerte que se vive. Este libro parte de una experiencia dolorosa pero no considero que sea un libro que tenga dolor, es un libro que muestra una realidad.

¿Qué le dirías a todas esas mujeres que se enfrentan a esta experiencia?

Que es importante escucharnos. Es muy difícil saber cuánto hay de cultural, cuánto hay de biológico, de dónde sale ese deseo y qué quieres hacer con ese deseo. Habrá mujeres que habrán sentido alivio y otras que habrán sentido muchísima pena y otras que vivirán la experiencia de someterse a un sinfín de métodos y gastar dinero para conseguir quedarse embarazadas. Y todas tenemos derecho a vivir nuestras maternidades como queramos. Lo importante es que hablemos entre nosotras, eso es lo que tiene que suceder ahora mismo, que ese despertar que vivimos en el 8M continúe porque fue brutal, necesario y muy enriquecedor. Por fin la palabra sororidad tiene sentido y la estamos viviendo y la estamos tocando. Pero no debemos dejarnos llevar por la inercia y sí tenemos que comunicarnos, escucharnos y respetarnos y saber que no habrá feminismo real si no hay libertad individual.

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