La primera huelga de la que tienen constancia lxs historiadorxs data del año 1166 antes de nuestra era y ocurrió en el Antiguo Egipto: había trabajadores hartísimos de construir en condiciones lamentables para el faraón de turno y decidieron soltar sus herramientas hasta que las cosas cambiaran. Y desde entonces ha acompañado a la clase trabajadora durante siglos y siglos. Hasta hoy. De hecho, es tan importante que aparece recogida en la Constitución Española como un derecho fundamental. Un arma para equilibrar las fuerzas. Para poner a lxs poderosxs contra las cuerdas. Para construir un mundo mejor. Pero eso no quita que tenga sus consecuencias. Sobre todo para tu bolsillo.
Como explican desde Business Insider, “en la práctica, la relación laboral entre el empresario y el trabajador se suspende durante el periodo de huelga, lo que significa que el trabajador no tiene derecho a recibir su salario por los días en que participe” en la misma. Y si tan solo fuera esto no sería tan jodida la cosa. El problema es que va más allá: al parecer, según refleja el artículo 166 del apartado 7 de la Ley General de la Seguridad Social, durante todos esos días que te mantengas en huelga el empresario también suspende su obligación de cotizar por ti a la Seguridad Social, pero sin que tú pierdas las protecciones sociales derivadas de la cotización.
Entonces, ¿quién paga ese dinero?
Ese dinero lo pagas tú. Para ello, recomiendan desde este medio, es recomendable firmar un convenio especial con la propia Seguridad Social para abonarle las cotizaciones correspondientes a tus días de huelga, de manera que puedas disfrutar en el futuro de la prestación por desempleo, el subsidio o la pensión de jubilación que mereces. De lo contrario estarías perdiendo más dinero indirectamente. Además, ten en cuenta que la empresa también te quitará la parte proporcional de la paga extraordinaria, así como, en ocasiones, parte de tu descanso semanal. Todo lo que pueda descontar de tu nómina lo hará muy probablemente. No obstante, eso no debería desmotivarte para ejercer tu derecho.
Sobre todo si no estás en una situación económica límite que te tenga las manos atadas. Al fin y al cabo, una huelga bien organizada es un esfuerzo que merece la pena porque suele traducirse en mejores condiciones laborales tanto para unx mismx como para sus compañerxs y aquellxs que vendrán después. Y sí, hay mucha gente que tratará de desincentivarte. Las huelgas no valen de nada. Las manifestaciones no valen de nada. Asociarse no vale de nada. Es un discurso muy popular hoy día que viene muy bien a la patronal. La clave está, en realidad, en volver a abrazar los sindicatos. Todo es mucho más fácil cuando hay unión. No estás solx en la lucha por tu dignidad laboral.