La ansiedad es una emoción totalmente natural. Está ahí para ayudarte a sobrevivir. No obstante, y como ya sabes a estas alturas de la vida, la muy cabrona puede alcanzar niveles desproporcionados en algunas etapas de tu vida que te dejan muy tocadx. Es lo que suele llamarse trastorno de ansiedad. Y sí, su prevalencia en nuestra sociedad ha aumentado durante estos últimos años, pero eso no implica que mostrar síntomas de inquietud mental conlleve necesariamente un trastorno de estas características. Basta de autodiagnósticos. Quizás tu intuición sea cierta y sufras ansiedad. Quizás no y padezcas una condición aún más grave para la que necesitas ayuda psiquiátrica.
Así lo piensa la psicoterapeuta estadounidense Jennifer Gerlach, quien habla en la revista especializada Psychology Today de “tres afecciones comunes que a menudo aparecen con ansiedad pero que no son trastornos de ansiedad”. Como el trastorno de estrés postraumático. Tal y como apunta esta experta, durante este trastorno “hay una sensación siempre presente de estar en peligro, lo que facilita la hipervigilancia y dificulta la relajación”. La ansiedad está presente. Sin embargo, no es la raíz del problema ni mucho menos. Para hallar esta hay que bucear en los confines de tu mente para identificar el trauma que arrastras contigo. De lo contrario la ansiedad seguirá ahí.
El segundo trastorno que puede camuflarse tras la ansiedad es el trastorno bipolar. En palabras de la propia Gerlach, “cuando la ansiedad es cíclica y está asociada con otros síntomas como mucha energía, impulsividad inusual, falta de necesidad de dormir o grandiosidad, puede ser necesario descartar los síntomas de manía/hipomanía bipolar”. Sobre todo si tienes antecedentes familiares de esta enfermedad mental. Como ya sabrás, muchas de las personas que la padecen requieren de una combinación personalizada de medicación y terapia, como la cognitivo-conductual o la del ritmo social interpersonal, para mejorar y lograr llevar una vida más estable.
Por último, está el trastorno obsesivo-compulsivo. Y esta confusión la he vivido yo en mis propias carnes. Dado que siempre hay un miedo latiendo de fondo, una preocupación imprecisa pero constante, la ansiedad forma parte cotidiana de la vida de quienes padecemos TOC. Y es complicado aprender a separar el grano de la paja sin conocimientos especializados. Por suerte, ir a terapia me condujo al psiquiatra y ello a una medicación con la que, un año después, llevo una vida muchísimo más satisfactoria y armónica. Así que no des nada por hecho. Si tienes mucha ansiedad acude a unx psicólogx para que te evalúe. Es quien tiene los recursos. Lo tuyo es pura especulación.