Los ingredientes de la sabiduría

Tolerancia. Empatía. Autorreflexión. Entereza. Resiliencia. Humildad. Autocontrol emocional. Son la cura de la verdadera ignorancia.

La sabiduría no emana del almacenamiento frío de datos en el cerebro. Tampoco de una inteligencia destacada. Hay personas que entienden muchísimo de física cuántica, de historia moderna o de literatura iraní, pero que carecen de los ingredientes claves para llevar una existencia sabia. Hay personas capaces de hacer cálculos mentales instantáneos y realizar asociaciones temáticas impresionantes que cometen errores muy tontos en su día a día que demuestran que están lejísimos de la iluminación. Para el psicólogo Shahram Hershmat, y como cuenta en una publicación para Psychology Today, lo que importa son diez actitudes cotidianas. Sin ellas no existe sabiduría posible.

Y la primera de ellas es la apertura mental. Tenlo claro: ninguna persona intolerante puede ser sabia. Es contradictorio. Como tampoco es posible alcanzar la sabiduría sin un elevado grado de empatía. En palabras de Hershmat, “las personas sabias tienen la capacidad de ver los puntos de vista de los demás y se preocupan profundamente por su bienestar y el bien humano común”. Para esto, escribe este psicólogo, es necesario un tercer ingrediente: la autorreflexión, que permite cuestionar tanto las perspectivas como los comportamientos propios para no caer en actitudes defensivas infantiles y ser capaz de aprender a través de la experiencia. Lxs sabixs cambian de opinión.

También gestionan mucho mejor que el resto las situaciones de incertidumbre. Es ahí donde brota la verdadera naturaleza de cada persona, en las situaciones de desconocimiento y preocupación. Como dice Hershmat, “las personas sabias han aprendido a confiar en sus propias fortalezas para hacer frente a lo que suceda”. De hecho, y esta es otra actitud maravillosamente sabia, estas personas absorben importantes lecciones cuando la incertidumbre da paso a una crisis y se ven obligadxs a pasarlo mal. Del mismo modo, y estamos ante el sexto ingrediente de la sabiduría, las personas sabias afrontan el envejecimiento y la muerte como una oportunidad para desprenderse del ego.

Porque es relativamente normal que a los veinte años creas que el éxito profesional o la fama son el premio definitivo de la vida. No obstante, seguir creyéndolo a los 60 años implica no haber adquirido la sabiduría necesaria. Seguir cegadx por el sistema. Seguir siendo esclavo de los discursos publicitarios. Seguir sin dominar tus emociones. Y esto último no es cualquier cosa. Según este psicólogo, “la estabilidad emocional es un componente necesario de la sabiduría”. Saber escuchar tus feelings. Saber reaccionar proporcionalmente a ellos. Saber de dónde vienen y qué razón de ser tienen. Saber si están siendo manipulados. Es probablemente la marca definitiva de la persona sabia.