La práctica que te ayuda a estar más presente en tu vida

Tratar de huir de tus emociones no te viene bien. Seguirán enquistadas en algún lugar

La vida no siempre es agradable. Ni aparece escrito en ningún contrato que deba serlo. Hay muchas ocasiones en las que las emociones que te recorren el cuerpo no son precisamente deseables: una ira que te consume, unos celos que casi no puedes soportar, una envidia destructiva o una tristeza insondable. En situaciones así, tu instinto, a falta de una educación emocional en el colegio o en el instituto, cree que lo adecuado es huir de esas emociones para que deje de doler. Pero no es así. Por el contrario, escribe el psicólogo Rick Hanson, deberías concentrarte en el momento presente pues te ayudará a “tolerar mejor los sentimientos dolorosos al no estar tan identificado ni abrumado por ellos”.

No obstante, eso de estar presente tampoco te lo han enseñado. De hecho, la manera en la que está configurada la sociedad, las formas en las que llenas tu tiempo, como las redes sociales, te mantiene absortx en nimiedades y te aleja completamente de la experimentación del instante presente que tienes ante ti. En este sentido, dice Hanson, debes incorporar prácticas a tu vida que te permitan abrirte a la experiencia, dejarla fluir y aceptar el mundo, incluidas las emociones que habitan dentro de ti. En concreto, hay una práctica planteada por este psicólogo que puede ayudarte mucho a entrenar tu capacidad de mantenerte plenamente consciente del momento que vives.

Lo primero que tienes que hacer, cuenta, es concentrarte en las sensaciones de una o más respiraciones de principio a fin: en las de la nariz y la boca, en las del diafragma, en las de la caja torácica... Mientras lo haces, “sé consciente de la respiración a medida que otras sensaciones se mueven a través de la conciencia y a medida que los pensamientos y sentimientos vienen y van”. Vuelve a la respiración siempre que pierdas el hilo. Utilízala como un ancla hacia el presente. Además, intenta sentir tu cuerpo como un todo mientras respiras. Si solo puedes sentir el cuello, las piernas o la tripa sigue expandiendo tu conciencia hasta abarcarlo todo. Sé consciente de tu unidad.

Ahora, “si lo deseas, ábrete a cualquier preocupación molesta y déjala avanzar a través de la conciencia”. Esas emociones de ira, celos, envidia o tristeza surgirán de algún lado. Pero ya no te resistes. Las aceptas con compasión hacia ti mismo. Ese amor propio es clave y estás en un punto de relajación perfecto para potenciarlo. Muy probablemente traigan pensamientos intrusivos consigo. No los rechazas. No te vayas con ellos. Simplemente obsérvalos fluir tanto en tu mente como en tu cuerpo. Al fin y al cabo, todas las emociones se manifiestan de una manera u otra en tu cuerpo. Finalmente, “regresa a una sensación simple de estar presente en un cuerpo que respira”. ¿Cómo te sientes?