El boom del ‘hopecore’ de TikTok tiene letra pequeña para tu salud mental

La tolerancia te irá dejando desnudx. El mundo real seguirá estando ahí fuera. Tu malestar no lo curará una esperanza de plástico

¿Cuántas horas diarias pasas en TikTok? ¿Dos? ¿Cuatro? ¿Siete? Entonces habrás notado que después de unas cuantas decenas de videos te empiezas a sentir emocionalmente rarx. Como si una especie de dejadez invadiera tu mente. Como si te vaciaras. Como si el mundo fuera un lugar sin esperanza alguna. Y claro: alguien tenía que encontrar la manera de explotar esa sensación. En concreto, están proliferando en la plataforma lxs creadorxs de contenido que crean videos en los que tras imágenes muy negativas te transportan a un mundo más amable y esperanzador. Es lo que viene llamándose hopecore y no es ningún antídoto contra el desaliento existencial.

”Como todo buen producto cultural de masas, tiene una fórmula simple, pero eficaz: grabas un momento emotivo, le añades una canción de las del último día del campamento de verano y dejas que el algoritmo haga su magia”, explica el periodista Javier Lacort. Y si antes de esto pones un poquito de política oscura, situaciones trágicas o conspiraciones absurdas, mejor, porque el contraste supuestamente hace que te sientas mucho mejor al ver el momento emotivo. Se trata de hundirte en la miseria para luego intentar sacarte con alguna ñoñería. Y así, en lugar de pensar en cómo construir el mundo que deseas, te conformas con las pequeñas alegrías.

Pero ese no es el único problema del hopecore.

Sí, parece decirte que no tienes que preocuparte demasiado por lo mal que van las cosas en el planeta porque siempre tendrás un instante mágico con tu bebé o en lo alto de la montaña. Una industrialización de la esperanza que lleva al sedentarismo político. La cosa es que no funciona: el mundo sigue estando como está una vez sales de la etiqueta #hopecore. Lo único que podrías hacer es pasarte la vida enganchadx a TikTok para no tener que afrontar la realidad y aprender a gestionarla con tu inteligencia emocional. Algo así como la máquina de la felicidad del filósofo Robert Nozick. La máquina que nadie quería.

Sin embargo, probablemente lo más penoso del hopecore no sean sus consecuencias, sino que “la necesidad misma de su existencia es un síntoma del problema que pretenden solucionar”. O planteado de otra manera: ¿no te resulta flipante que tengas que estar viendo videos de reencuentros emotivos o de perritos rescatados para soportar la vida? ¿Y qué pasará cuando tu tolerancia haga que esos mismos vídeos te transmitan cada vez menos? Los algoritmos de estas grandes plataformas no piensan en tu salud mental ni en el avance social. Piensan en las visualizaciones y las ganancias por publicidad. Eres tú quien tiene que tomar decisiones sabias. Fuck esperanza de plástico.