Consejos de Kierkegaard para sentirte bien contigo mismo

No tienes por qué pasarte la vida peleadx con el universo. Hay lugar para la armonía

Sentirte realizadx, en paz contigo mismx, en armonía con lo que te rodee estés donde estés, es una maravilla de la que solo has oído hablar. Se te resiste. Quizás por la manera en la que te educaron. O tal vez por las suculentas pero venenosas distracciones de la vida moderna. Da igual: Soren Kierkegaard, filósofo danés del siglo XIX y padre del existencialismo, fue dejando en sus escritos pistas que seguir para alcanzar poco a poco una mayor realización vital. La primera de ellas es sencilla: debes cultivar tu autoconciencia a través de la introspección. No puedes sentir la plenitud cuando no conoces tus verdaderos sentimientos sobre el mundo, tus verdaderas creencias y tus verdaderas motivaciones.

En segundo lugar, decía Kierkegaard, debes aceptar la incertidumbre implícita de la existencia. Como explica el experto Blake Griffin, “la filosofía de Kierkegaard nos desafía a abrazar la ambigüedad” y nos enseña que “deberíamos estar dispuestos a vivir con contradicciones y paradojas, permaneciendo abiertos a nuevas ideas y perspectivas”. Sí, mediante la introspección descubriste quién eras en realidad, pero esa identidad no es permanente y va cambiando a lo largo de tu vida. En este sentido, si quieres preservar la armonía con el todo tienes que estar dispuestx a evolucionar con el mundo sin resistirte ni aferrarte a supuestas ideas absolutas. La autorrealización requiere resiliencia.

Toca madurar y asumir responsabilidades

Y también requiere madurez. En palabras de Griffin, “Kierkegaard creía que los individuos deben asumir la responsabilidad de su existencia, de sus elecciones y del significado que atribuyen a sus vidas” y que no deben ir por ahí culpando a sus circunstancias o factores externos por sus problemas”. Está claro que las condiciones políticas, económicas, sociales y humanas vigentes a tu alrededor afectan a la manera en la que se desarrolla tu existencia, pero eso no significa que debas situar toda la responsabilidad de tu situación a dichas condiciones. Tus palabras y tus actos te pertenecen y debes responsabilizarte de ellos. Tienes que abandonar al niño para abrazar al adulto y realizarte.

Por último, “Kierkegaard nos insta a abrazar nuestra propia mortalidad, reconociendo que la vida es fugaz e impermanente”. Porque lo es, y todas esas personas que experimentan su existencia como una partida infinita en la que lo más importante es construir para el mañana se alejan de la autorrealización. Mírate en el espejo. Acepta que no eres más que otro animal con fecha de caducidad. A partir de ahí, escribe Griffin, la comprensión de “la inevitabilidad de la muerte puede conducir a una sensación de paz y satisfacción que trasciende los miedos y ansiedades”. Ganas perspectiva. Ganas lucidez. Ganas sabiduría. Y todo parece más hermoso. Y todo parece menos difícil.