Ciudades con mayor brecha de alquiler de Europa

La discrepancia entre lo que esperas pagar y lo que terminas pagando

Lo de la vivienda en España, y en general en toda Europa, es espantoso. Y lo demuestra el último informe de la compañía HousingAnywhere, del que se hacen eco en Business Insider, acerca de la llamada brecha de alquiler: se trata de la diferencia entre el precio previsto por la gente a la hora de buscar un piso para alquilar y la realidad con la que se encuentran. En concreto, “en este primer trimestre de 2024 los inquilinos de gran parte de Europa esperaban encontrar un apartamento de alquiler a un precio un 18,7% inferior al del mercado”. Y no porque sean unos tacañxs que quieren gastar poco. Es simplemente una expectativa basada en sus posibilidades económicas.

La palma se la lleva Praga. Allí, escriben desde el citado medio, “los inquilinos buscan pisos por un máximo de 1.000 euros pero lo encuentran por 1.600 euros”, lo que representa una brecha del 48,8%. Una verdadera pesadilla. En parte debido a la masificación turística de la ciudad en los últimos tiempos y, probablemente, al auge de las viviendas destinadas al alquiler vacacionales. Le siguen Sttutgart (una discrepancia de más del 50%), Hamburgo (37,5%), Colonia (36,6%), Lisboa (35,4%), Valencia (35,3%), Roma (33,3%) y Múnich (30,5%), todas ellas con brechas de alquiler de más del 30%. Gran parte de la gente que vive en estas ciudades anda frustrada por lo que paga.

¿Y qué pasa con Madrid y Barcelona?

La primera presenta una brecha de alquiler del 17,6%, lo cual, aún siendo muy inferior a las anteriores, sigue siendo una auténtica barbaridad y una realidad que merma la calidad de vida de cientos de miles de personas. La segunda presenta una brecha del 8,7%, lo que supone una disminución respecto a análisis anuales previos. No obstante, y como apunta Djordy Seelmann, director general de HousingAnywhere, “la ligera reducción de la brecha sugiere que las expectativas de los inquilinos se han ajustado más a la realidad y no necesariamente una mejora de la asequibilidad de la vivienda”. Has aceptado la dura verdad que impera.

Porque la brecha digital se estudia confrontando los filtros de precio de las búsquedas online en páginas de alquiler que pone la gente con los precios reales. En este sentido, una disminución de la discrepancia no tiene por qué reflejar una bajada de precios de los alquileres, sino que puede ser, y la gran mayoría de veces lo es, una cuestión de resignación: la gente filtra con precios más altos porque sabe que de lo contrario solo le van a aparecer dos o tres resultados de bajos de 25 metros cuadrados. Un panorama desolador. El mundo te obliga a pasar por el aro. Y la pregunta una vez más es: ¿hasta cuándo vamos a soportar esta situación sin poner el grito en el cielo?