Las cifras de prevalencia de la depresión han aumentado en todo el mundo durante las últimas décadas. Para algunxs expertxs es resultado de circunstancias sociales agravantes como la soledad, la menor exposición a la naturaleza y la luz solar o el consumo excesivo de redes sociales y otras plataformas digitales súper dopamínicas. Para otras el aumento de los casos no es real y simplemente en la actualidad existe una mayor facilidad de diagnóstico. Para otras es una combinación de ambas. Lo que está claro, sin embargo, es que un buen porcentaje de personas padecerá depresión en algún momento de su vida, y que el entrenamiento de fuerza puede ayudarles a combatirla.
Es la conclusión a la que han llegado dos investigadores especializados en ciencias de la actividad física del deporte y en la neurociencia tras una investigación experimental publicada en la revista Trends in Molecular Medicine. En palabras del doctorando en biomedicina Joaquín Vico, el estudio “pone de manifiesto la eficacia del ejercicio de fuerza como alternativa al tratamiento farmacológico de la salud mental”. Pero ojo: eso no quiere decir que tú debas, de manera unilateral y por la cara, apuntarte a un gimnasio y dejar tu medicación de lado. Simplemente nos informa de una posibilidad que cada persona tiene que comentar con su terapeuta. Porque cada caso es único.
En cualquier caso, está bien saber que lo de mover barras y mancuernas en el gimnasio no es solo un entrenamiento para los músculos. ¿Pero a qué se debe esta relación entre este tipo de rutinas y la depresión? “Aunque no están del todo claros los mecanismos psicobiológicos de los efectos ansiolíticos y antidepresivos del entrenamiento de fuerza, la hipótesis es que el ejercicio mejora la salud cerebral y, con ello, la salud mental”. El motivo es que una de las herramientas más trascendentes de tu cerebro es su plasticidad, lo que le permite asimilar mejor las nuevas enseñanzas, incluidas las que aprendes en tus sesiones terapéuticas, y la fuerza incrementa esta cualidad.
Como añade el propio Vico, “eso quiere decir que cuando contraemos los músculos, diferentes cascadas de mecanismos son capaces de modificar la estructura del cerebro por diferentes vías complejas” debido a la conexión existente entre músculo y cerebro y entre corazón y cerebro. Por eso no es extraño que, además de servir como escudo frente a la depresión, el entrenamiento de fuerza también sea útil a la hora de combatir la ansiedad. Y tampoco tienes que matarte día tras día: basta con que realices al menos dos series de entre 8 y 12 repeticiones de cada grupo muscular dos días por semana y con sobrecarga progresiva. Tu cuerpo y tu mente te lo agradecerán.