El turismo es uno de los principales motores económicos de las ciudades que conforman la provincia de Cádiz. Tarifa, de donde procedo yo, recibe cada año a 6,38 visitantes por cada habitante oriundo del lugar. Una barbaridad. Hasta tal punto que, según un estudio elaborado por el portal de alquileres turísticos Holidu, ocupa la posición número 21 entre las poblaciones españolas más saturadas por la llegada de turistas. Y muchos de ellos con un interés exclusivamente fiestero y cierta desconsideración hacia quienes viven allí todo el año. Aún así, y con toda esa fama encima, algunas voces creen que no es el pueblo pesquero más bonito del sur: afirman que ese título corresponde a Conil.
Situada a unos 50 minutos en coche de Tarifa, Conil cuenta con una particularidad muy especial: sus gobiernos han sabido defender la belleza de la arquitectura blanca propia de las villas marineras gaditanas. Una prueba de la idiosincrancia única de la costa de la luz que ha perdurado y que no ha sido mancillada por los intereses urbanísticos sin criterio estético ni amor al lugar. La estampa que puedes observar desde el mar es tan bonita como la que puedes observar desde el pueblo hacia el mar. Y hablando de mar... Conil cuenta con unos 14 kilómetros de litoral, lo que se traduce en una gran cantidad de playas de lo más bonitas y de lo más variadas. Nada que envidiarle a Tarifa.
Como dicen desde Trendencias, medio que defiende la hermosura de este pequeño municipio andaluz, “a quienes prefieren playas con más ambiente y rodeada de bares, restaurantes y otros servicios les gustarán la extensa playa de Castilnovo y Los Bateles”, mientras que otras de sus playas como “La Fontanilla, El Roqueo y Fuente del Gallo son más solitarias y acogedoras”. Además, y para rematar, Conil presenta una serie de acantilados bajo los cuales se esconden algunas de las calas más encantadoras de la provincia. Desde luego, el océano ha sabido siempre dibujar rincones costeros espectaculares en esta provincia a menudo tan olvidada por los poderes centrales.
Pero aquí estamos. Y nuestros pueblos no solo tienen belleza natural. En Conil, por ejemplo, tienes la oportunidad de visitar una necrópolis fenicia de más de 3.000 años de antigüedad, la fortificación medieval Torre de Guzmán o las torres de vigía de Roche, Puerco o Castilnovo. Y por aquí estuvieron también romanos, árabes y visigodos. Es una región histórica y culturalmente riquísima que, en la actualidad, y fruto de una muy baja inversión pública y privada, tiene una de las tasas de desempleo más altas de España. Ojalá la cosa cambie. Mientras tanto, el turismo actúa como clavo ardiendo para muchas familias. Eso sí: vengas a Tarifa, Conil o donde sea, hazlo con amor.