Es una barbaridad. Y no porque la sexualidad no pueda comenzar de manera natural a esas edades. Está claro que cada cuerpo es único y todos conocemos gente que comenzó a masturbarse siendo aún muy niñx. Lo que es muy bestia es que con 8 o 9 años ya estén viendo unos contenidos que nada tienen que ver con la sana curiosidad de autoexplorarse, sino con unas prácticas muy locas patrocinadas por una industria pornográfica tremendamente machista. Pero es lo que hay: en estos momentos, y según un estudio reciente, la edad a la que lxs niñxs se inician en el consumo de este tipo de contenidos está entre los 8 y los 13 años.
Para que te hagas una idea, y como apuntan los investigadores en trabajo social Jose Daniel Rueda y Mario Ramírez en The Conversation, “un 20 de los adolescentes ha accedido a estos contenidos antes de los 10 años y más del 90% lo ha hecho antes de los catorce”, la mayoría de ellos a través del teléfono móvil. Y es que es muy sencillo: pones una web en el buscador, entras, confirmas falsamente que tienes más de 18 años y ya tienes vía libre para ver todo lo que quieras. Lo más suave y natural y lo más salvaje. Sobre todo esto último: parece que los niños y los chavales tienden a ver bastante contenido relacionado con la cosificación de la mujer.
“Algunos investigadores han comprobado que los vídeos más vistos incluían tirones de pelo, bofetadas o insultos, e incluso una violación colectiva con más de 225 millones de reproducciones”. Y si alguien piensa esgrimir el argumento de que es ficción, de que un niño de 8 años es capaz de diferenciar entre esto y cómo es y debe ser el sexo real, está muy equivocado. Obviamente. De hecho, apuntan estos mismos autores, “otras investigaciones han confirmado que el consumo habitual de pornografía violenta se asocia con actitudes de dominio y agresión sexual”. Eso en general. Ahora imagínate en niños que acaban de llegar a este mundo.
¿Y qué hay de ellas? Bueno, ellas consumen porno, pero menos, y lo que suelen extraer de él está más relacionado con la presión estética y performativa que con el goce individual. Asimilan que deberán comportarse en la cama como ven que hacen las actrices porno. Con sumisión. Con silencio. Esforzándose todo el rato por estar sexys para el hombre y por ser buenas para él. Unas ideas que evidentemente trascienden lo sexual. Porque no tienen la madurez necesaria para que la manera de entender el sexo no se filtre en su visión del mundo. Una vez más, o se invierte en educación sexual o todo irá a peor conforme se accede antes al porno. No hay otra.
