Kintsugi: la técnica japonesa para sanar relaciones dañadas

Las grietas no vaticinan un final inevitable. Pueden repararse con oro

Las relaciones humanas no son inmunes a la catastrófica ola de inmediatismo que promueve nuestra sociedad: la gente cada vez está menos dispuesta a invertir energía en mantener sus amistades y el resto de sus vínculos. Y en repararlas cuando están jodidas ya ni te cuento. Si la cosa se pone fea, si no son satisfactorias en el corto plazo, la abandonan poquito a poco y pasan a otra. En Japón, sin embargo, viven con un enfoque muy diferente y tratan de aplicar el kintsugi, que puede traducirse como reparar con oro, a esas relaciones que no pasan por su mejor momento. La idea es sencilla: “en lugar de ocultar las fracturas, el kintsugi las celebra y las transforma en exquisitos trazos de belleza”.

Quien habla es el psicólogo estadounidense Mark Travers. Tras estudiarlo a fondo, Travers extrae del kintsugi tres ideas de profundo valor para cuidar de las relaciones, la primera de las cuales consiste en celebrar la imperfección: “En lugar de esperar impecabilidad, es importante reconocer que ninguna relación es perfecta e integrar los defectos como partes de la identidad de nuestra pareja y nuestro viaje compartido”. Son esas imperfecciones, precisamente, las que pueden funcionar como oportunidades de crecimiento cuando se abordan con alegría y con la suficiente unión. Si huyes de toda relación mínimamente deficiente acabarás huyendo de todo el mundo. La vida no es una peli.

La segunda gran idea del kintsugi es el amor por la propia reparación. En palabras de este terapeuta, “al igual que el meticuloso proceso de arreglar la cerámica rota, las relaciones exigen paciencia, esfuerzo y cuidado para reparar los inconvenientes en su tejido relacional”. Pero no se trata de un proceso de reparación tras el cual la pieza pierde o mantiene su valor inicial, no, es un proceso de reparación que hace que la pieza termine siendo infinitamente más valiosa. De ahí el concepto de reparar con oro. Cuando interiorizas esto, y tu pareja, tu hermanx o tu colega también lo hace, la predisposición cambia completamente. Se esfuma ese pesimismo rollo todo está muy intoxicado ya.

Por última, está la idea de la transformación como un proceso positivo. Porque muchas relaciones aparentemente dañadas no lo están en el fondo: simplemente han cambiado y una de las partes implicadas o ambas lo perciben como una tragedia. En este sentido, comenta Travers, “abrazar la transformación implica permitir que cada individuo evolucione de forma independiente y aceptar los cambios que ocurren con el tiempo”. Tu amiga ya no disfruta de la fiesta. Tu pareja ya no quiere el mismo tipo de sexo. Tu hermano ha formado una familia. No es el fin del mundo ni necesariamente el fin de vuestro vínculo. Es solo una grietita. ¿Forzáis la rotura o la reparáis con oro?