En las elecciones legislativas de 2023, la formación liderada por Santiago Abascal obtuvo el 12,48% de los votos totales, superando ligeramente a Sumar y convirtiéndose en la tercera fuerza política del país. Para algunxs una alegría. Y para otrxs, que no soportamos la criminalización de la inmigración ni los discursos de odio contra las minorías, una realidad muy preocupante. Y la cosa continúa: en estos momentos Vox cuenta con una estimación de voto del 17,4%, más cerca cada vez de los dos grandes partidos políticos españoles. Sueñan con gobernar. Con imponer sus ideales intolerantes. Pero el progresismo cuenta con varias murallas.
Muralla número 1: las mujeres
No es ninguna sorpresa que las formaciones de ultraderecha están ascendiendo en el mundo entero de la mano de los hombres. Como apunta el periodista malagueño Ángel Munárriz, “Vox es dominante ya entre los varones y los jóvenes”, en parte debido al discurso antifeminista de Vox. Les están vendiendo que el avance de los derechos de las mujeres les perjudica y lo están comprando. No obstante, dice Munárriz, “solo el 13,1% del electorado femenino planea votar a Abascal, 9,2 puntos menos que el masculino”. Una diferencia brutal. Una división que refleja bien los deseos de muchos hombres por mantener sus privilegios de género.
Muralla número 2: la gente mayor
Es curioso porque generalmente suele asociarse a la gente mayor con una mayor inclinación al voto a la derecha, pero la realidad es bien distinta en España en estos momentos. En palabras de este periodista, y basándose en el análisis de los datos del CIS, “a partir de los 44 años empieza la cuesta abajo en intención de voto a Abascal”. Y tiene sentido porque esta gente vivió la dictadura franquista en sus propias carnes. A ellxs no puedes venderles aquello de que con Franco se vivía mejor porque lo experimentaron y saben que es una mentira tremenda. Son los jóvenes, sobre todo los hombres de entre 25 y 34 años, quienes más apoyan a Abascal.
Muralla número 3: la comunidad LGTBIAQ+
Esto es de sentido común. Y no hace falta explicar por qué. Sin embargo, está bien no darlo por hecho y verlo reflejado en datos: solo el 9,1% de la comunidad queer tiene intención de votar a Vox. Algo que cobra sentido cuando ves lo que están haciendo otras formaciones de extrema derecha como la de Viktor Orbán en Hungría o la de Trump en los Estados Unidos. La comunidad no quiere retroceder en el tiempo. No quiere volver a la oscuridad. Aún así, escribe el autor, Vox está tratando de ganarse su voto diciéndoles que los inmigrantes árabes no respetan sus derechos. Es un malabarismo de odio tan lamentable como, esperemos, ineficaz.