Los músicos sienten menos dolor que el resto de la gente

Un experimento muestra cómo su entrenamiento influye en la manera en la que sus cerebros gestionan las molestias

Parece una frase de Hinge de algún flipado con muchas ganas de impresionar, pero es el resultado de un estudio de la Aarhus University, en Dinamarca: en palabras de una de sus autoras, Anna M. Zamorano, “los cerebros de los músicos responden diferente al dolor”, lo que podría deberse a que “su entrenamiento parece haberles proporcionado una especie de amortiguador contra los efectos negativos habituales, tanto en la intensidad de las molestias que sienten como en la reacción de las áreas motoras de su cerebro”. Y es que cualquiera que toque un instrumento sabe que es muy normal que te acaben doliendo los dedos, las manos e incluso los brazos.

En concreto, lo que hizo este equipo científico fue inyectar un compuesto llamado factor de crecimiento nervioso en las manos de personas músicas y personas no músicas y evaluar sus actividades cerebrales mediante una técnica de pulsos magnéticos conocida como estimulación magnética transcraneal. Para que quede claro, todo esto suena muy grave, pero se trata de un experimento “seguro, temporal y que no causa ningún daño”. Y, además, nos ha aportado un conocimiento acerca del dolor que podría ser muy útil a la hora de estudiar el dolor crónico y encontrar estrategias de tratamiento para paliarlo.

“Creamos mapas cerebrales antes de la inyección y luego los medimos de nuevo dos días después y ocho días después, para ver si el dolor cambiaba el funcionamiento del cerebro. Las diferencias fueron sorprendentes. Los cerebros de los músicos mostraban un mapa de la mano más preciso en el cerebro y cuanto más tiempo habían dedicado a practicar más refinado resultaba ese mapa”. Esto, tan aparentemente abstracto, tuvo un impacto muy directo en la experiencia subjetiva de lxs participantes al dolor: lxs músicxs informaban menos molestias. Un descubrimiento que evidencia, dice la propia Zamorano, que la música puede cambiar nuestra forma de experimentar el mundo.

¿Significa esto que si te pones a aprender a tocar la guitarra o el piano vas a ganar inmediatamente una fortaleza extra ante el dolor? Probablemente no. Es una cuestión más a largo plazo. De sumergirte en la música de verdad. De todas formas, este experimento, que tiene un alcance muy pequeño porque en él solo han participado 40 personas, y tiene que replicarse a mayor escala para dar resultados más sólidos, abre la puerta a un mundo de posibilidades porque no sabemos qué más influencias puede tener el tocar instrumentos en las distintas regiones del cerebro. A saber qué más beneficios tienen lxs músicxs en su día a día.