La nueva moda laboral te va a encantar: sin títulos ni jefxs

Y no, no es un desastre que termine con el quiebre de las empresas

Imagínate trabajar en una empresa en la que no existen los cargos. No hay un vicepresidente de tal. Ni una directora de aquello. Ni unx jefx de proyecto de nosequé. Tampoco hay líderes oficiales. Ni una jerarquía en la toma de decisiones. La verticalidad está ausente. La horizontalidad es la norma. Párate a pensarlo detenidamente un momento. Sus implicaciones. Sus ventajas. Sus desafíos. En principio, y debido a que creciste en una cultura de rangos, probablemente proyectes un soberano fracaso. Un caos. Una falta de fluidez operativa de la ostia. No obstante, como cuentan desde Xataka, este modelo laboral ya está en marcha en algunas empresas y está siendo todo un éxito.

Una de esas compañías es ElevenLabs. Allí la única categorización que existe es la de departamentos. Eres Pablo el del equipo de contabilidad. Emilia la del equipo de marketing. Daniel el del equipo de comunicación. En palabras de Victoria Weller, del equipo de operaciones de esta empresa tan rupturista y valiente, “el objetivo del cambio organizativo fue hacer que nuestro equipo se pregunte ¿dónde tengo el mayor impacto en este momento? en lugar de ¿cómo puedo convertirme en el jefe de X?”. O dicho de otra manera: cambiar el enfoque de lo individual, del sálvese quien pueda, a lo colectivo, a la preocupación real por que los proyectos salgan de la mejor manera.

Pero no es ni mucho menos la única empresa que ha decidido cambiar las reglas del juego. En Indaero, una empresa española de suministros para la industria aeronáutica, tampoco existen ya cargos jerárquicos. Oh, dios mío, ¿y entonces cómo se toman las malditas decisiones? Pues como te estás imaginando: mediante el consenso. Tal como explican desde el citado medio, “todas las decisiones estratégicas y la gestión de la organización la asume el conjunto de la plantilla”. ¿También los salarios? También los salarios. Al fin y al cabo, el conjunto de trabajadorxs no va a autoponerse sueldos que arruinen a la empresa. Eso no tendría sentido. Sería como pegarse un tiro en el pie.

Lo mejor de todo es que no solo funciona: funciona muy bien. Su antiguo CEO, hoy sin rango oficial, ha declarado públicamente que “ganamos más dinero y los trabajadores son más felices y productivos porque se implican con su trabajo y son responsables de ello”. Obviamente, no es una transformación sencilla. Ni milagrosa. Puede fracasar y en el pasado ha fracasado alguna vez. Pero no es como si el sistema vertical fuera la panacea y no fracasara en su manera. ¿No es mejor intentarlo democráticamente que a lo militar? Además, y por pura supervivencia, todas las empresas se llenarían de gente cooperativa, amable y prosocial. Y ya con eso estaríamos ganando de sobra.