Los tiempos cambian. Los modelos de trabajo también. En parte porque la relación de las personas con sus carreras profesionales varía a lo largo de las décadas: hace unas cuantas era el pivote central de sus vidas, el área más determinante, el espacio en el que estaban dispuestas a invertir todos sus esfuerzos. Hoy no. Al menos no las generaciones más jóvenes. De hecho, y como explican desde El Confidencial, predomina “una mayor conciencia sobre la conciliación entre la vida personal y profesional”. No eres solo tú. No es que tengas una visión del trabajo rara que nadie comprende. Es una cuestión totalmente generacional: la jornada laboral perfecta de un Gen Z choca con la realidad.
Porque, según una encuesta reciente llevada a cabo por Generation Lab, el 81% de quienes integran la generación Z cree que la clave para su bienestar y su rendimiento laboral está en la semana de cuatro días. Y sí, algunas empresas ya la están aplicando, y la OCDE ha recomendado al Ministerio de Trabajo español implementarla para probar los resultados, pero de momento es más un tema de conversación, una idea para artículos de internet y una fantasía que una realidad palpable. La ciencia lo avala: como anotan desde dicho medio, “empresas como Microsoft Japón reportaron un aumento del 40% en la productividad tras adoptar la semana reducida”. Es bueno para todxs.
Pero ahí no queda la cosa
Además, y según se deriva de la encuesta, en la que han participado más de 1.000 centennials, “el 40% señaló que prefiere el teletrabajo en lugar de acudir a la oficina”. No les importa lo que puedan decirles sobre cómo teletrabajar puede implicar algo más de estrés o de aislamiento. Están convencidxs de que pueden lidiar con ello y de que el resultado final es positivo para ellxs. De que estar trabajando desde el lugar que eligen, y no desde el que le imponen, les hará mucho más felices a largo plazo. En este sentido, los resultados de la encuesta no dejan lugar a dudas: es la generación que más valora poder armonizar el trabajo con su vida privada.
En cualquier caso, hay que tener en cuenta que, aunque buena parte de la Gen Z ya está trabajando, otra gran parte se encuentra aún dentro de los institutos y las universidades. Y eso no quiere decir que sus preferencias no tengan peso. Nada más lejos de la realidad. Simplemente, muchxs no han tenido aún la oportunidad de vivir esos deseos y descubrir en sus propias carnes sus pros y sus contras. Sea como sea, es evidente que el anhelo de lxs centennials por una vida menos centrada en el trabajo no solo tendrá consecuencias positivas en ellxs, sino que impulsará cambios en los modelos de trabajo que beneficiarán a todas las generaciones. Su ímpetu resulta liberador.