Marie Kondo se ha rendido con el orden (y quizá tú también deberías)

El orden que sirve a tu felicidad es sano. El orden que te esclaviza no

Algunas personas son naturalmente ordenadas. No necesitan que nadie les empuje a tener sus casas perfectamente organizadas: tienen sus propios trucos o acuden a los trucos de gurús de la meticulosidad como Marie Kondo, pero la predisposición está ya en ellas. Son así. Otras no. Otras personas tienen una tendencia orgánica hacia el desorden y un poquito de caos. Se sienten cómodas cuando las cosas están tiradas aquí y allá. Cuando no todo está colocado en los centímetros cuadrados en los que se supone que debe estar. Cuando miran a su alrededor y ven un hogar espontáneo. Para estas personas la autoimposición del orden no es buena. Les viene mejor vivir acordes a sus instintos.

Así lo aseguran desde una publicación en la BBC, en la que repasan dos muestras de lo utópico que es para estas personas mantener un estilo de organización contrario a sus impulsos. Por un lado, el surgimiento en redes sociales como TikTok de corrientes de contenido inspiradas en el desorden. Como la corriente cluttercore, “el arte de tener montones de cosas en casa -a menudo baratijas antiguas, objetos de colección o hallazgos retro- sumergido en un mundo de color y ruido”. O la del maximalismo desordenado. O la de las casas no estéticas con muebles feos, ropa sucia o juguetes de niños tirados por el suelo. Todas ellas corrientes que huyen del orden obsesivo. Que reivindican la naturalidad.

Por otro lado, la rendición de la propia Marie Kondo, la primera persona que se te viene a la cabeza cuando piensas en tener un hogar limpio y ultraordenado. Sus recientes palabras, “mi casa está desordenada”, han generado un intenso debate: hay quienes la tildan de hipócrita y hay quienes comprenden que las prioridades cambian. Especialmente cuando tienes un bebé. Y es que el orden kondiano no era ni medio normal. O mejor dicho: el tiempo mental dedicado al orden en personas como Kondo no era normal. Cuando la organización del entorno, que debería servir a tu felicidad, te termina esclavizando, es hora de aflojar un poco. Porque eso es control. Es compulsión. Es perjudicial.

Y en muchos sentidos es imposible. Como escriben en el citado medio, las nuevas corrientes tiktokeras en las que lxs usuarios comparten con orgullo sus casas o habitaciones caóticas muestran algo “real y comprensible, y reflejan el hecho de que mucha gente no puede permitirse vivir en una casa de exposición reluciente y no tiene tiempo para mantener todo impecable”. Además de obsesivo, andar siempre tratando de que todo esté en su lugar es materialmente inviable para quienes tienen responsabilidades. No es terapéutico. Es doloroso. Así que no sufras por tu desorden: intenta “recibirlo con los brazos abiertos con el fin de tener más tiempo para lo que es importante en tu vida”.