El sesgo de confirmación. El sesgo de ilusión de control. El sesgo de percepción selectiva. El sesgo de optimismo. El sesgo de intensificación personal. El efecto aureola. El efecto pensamiento grupal. Piensas que cada uno de tus pensamientos sigue una lógica aplastante pura, pero la realidad, tal como muestran los estudios psicológicos, es que tu mente está expuesta a una serie de filtros distorsionadores que hacen que veas las cosas de formas muy poco objetivas. De todos ellos, puede que uno de los menos conocidos sea el llamado sesgo del envenenamiento del pozo. Y es un verdadero problema: empobrece tu vida social y la de las demás personas cuando no eres consciente de su presencia.
Su funcionamiento es muy sencillo. Imagina que conoces a alguien una noche, le colocas rápidamente y por alguna razón una etiqueta a modo de prejuicio y, a partir de ahí, invalidas prácticamente todo lo que dice. Es posible que la etiqueta sea injustificada. O es posible que sea cierta, pero a pesar de ello esa persona esconda alguna verdad en algo de lo que dice. Sin embargo, tú ya no estás abiertx a escucharle. Desde un primer momento envenenaste el pozo con tu juicio y ahora crees que todo el agua que emana de él está intoxicada y no sirve para nada. Y lo peor de todo son tus intentos de extender tu prejuicio a lxs demás diciéndoles cosas tipo “no le hagas caso que es X”.
Todd Nelson, profesor de psicología en la California State University Stanislaus, y Michael Olson, profesor de psicología social en la University of Tennessee, narran un ejemplo de este sesgo observado durante una investigación de este mismo año publicada en la revista especializada Journal of Applied Social Psychology: “Los resultados mostraron que los pacientes tenían una visión más negativa de los médicos con sobrepeso y que era menos probable que siguieran sus consejos, especialmente en el área de información relacionada con el propio peso”. En este caso, el envenenamiento del pozo podía llegar incluso a afectar a la salud física de las personas. Es muy influyente.
Pero no hay que irse a ejemplos tan extremos. Es algo que te ocurre constantemente: invalidas las opiniones de la peña que tiene determinada pinta, que suelta algún comentario que te hace pensar que no casa con tu ideología social o política, que no parece demasiado inteligente, que no es hombre, que no es mujer, que no es madre o padre y un larguísimo etcétera. Y ojo: lxs demás también lo hacen contigo. Es bastante mierda. Por suerte, y como escriben ambos expertos, “cuando las personas aprenden sobre las formas en que tienen prejuicios a menudo desarrollan una mentalidad más abierta”. No envenenes nunca el pozo. Te estarás perdiendo muchísima riqueza.