El derecho a la vivienda viene reflejado en el artículo 47 de la Constitución Española. Se entiende, y no solo aquí sino en muchos otros lugares del mundo, que poder acceder a un hogar digno resulta fundamental para disfrutar de una buena vida. Al menos sobre el papel. Porque, según explica el economista Leopoldo Torralba en una publicación en Business Insider, “hoy la situación para los jóvenes es peor que en otras épocas: el contexto de precios máximos y el endurecimiento del acceso a la financiación en la compra ocasionan que los menores de 35 años sean los más perjudicados y los primeros expulsados del mercado”. Comprarte una casa es prácticamente una utopía.
Y son múltiples los ingredientes que conforman este panorama tan desolador para ti. En primer lugar, afirma la economista Judit Montoriol, “el principal factor que dificulta el acceso a la vivienda por parte los jóvenes es su situación laboral”. Porque no hablamos de un país en el que lxs jóvenes comiencen a trabajar dignamente desde el inicio. En la mayoría de casos, incluso en aquellxs con estudios universitarios, hay largas travesías del desierto hasta el empleo digno. Muchxs ni siquiera lo consiguen. Y sí, ha habido mejoras tras la última reforma laboral, pero España sigue siendo líder europeo en paro y temporalidad juvenil”. Los datos no engañan. La cosa sigue chunga.
En segundo lugar, está la falta de ahorros, estrechamente vinculado a lo anterior. “La ecuación es simple: si en tu casa entra poco dinero, y la vida cada vez es más cara, tu ahorro será menor, y una buena bolsa de ahorro es precisamente lo que hace falta para hacer frente a la compra de un piso”, señalan desde este medio. Si no puedes pagar una entrada de entre el 10 y el 20% del valor de la compra, estás jodidx, porque el banco no va a concederte una hipoteca. De hecho, ese es otro de los factores claves en esta lamentable situación: los bancos son reticentes a dar hipotecas a lxs jóvenes a causa de su falta de patrimonio, su inestabilidad laboral y sus bajos ingresos. Muchas gracias.
Por último, están los propios precios de los pisos. No en vano, “el precio de los pisos lleva nueve años subiendo sin parar, y ya supera los máximos de la burbuja inmobiliaria en algunas ciudades”. Precisamente aquellas ciudades grandes a las que lxs jóvenes se ven obligados a emigrar en busca de curro. Una pesadilla. A esto hay que añadirle las constantes subidas de los tipos de interés, que van encareciendo poco a poco los préstamos hipotecarios y haciendo que el precio final de la casa para ti sea mucho más salvaje. Sin duda, es la gran batalla que tienen los millennials, centennials y generaciones posteriores por delante. Deberíamos estar clamando al cielo para exigir soluciones.