Cuando Tu Estilo De Vida No Te Deja Cumplir Tus Sueños

Todos en algún momento nos hemos quedado con la mirada perdida y una mueca en la cara, y nos hemos preguntado: ¿Qué coño estoy haciendo con mi vida?

 

Todos en algún momento nos hemos quedado con la mirada perdida y una mueca en la cara, y nos hemos preguntado: ¿Qué coño estoy haciendo con mi vida? Suele coincidir con el día en el que te das cuenta de que tienes un montón de sueños por cumplir, pero que llevas una vida que está en completa oposición a eso que quieres. Alguna vez habrás escuchado aquello de "no se puede estar en misa y repicando". Y jode, pero es completamente cierto.

Porque a todos nos gustaría pasarnos la vida de fiesta en fiesta, 'perdiendo' el tiempo con los amigos o viajando cada dos por tres. Pero los sueños tienen un precio, que los objetivos no se consiguen si no se hace nada para ello. Cuando te propones algo, estás firmando un contrato invisible por el que te comprometes a dar parte de tu tiempo y a sacrificar ciertas cosas para cumplir con tus metas.

Lo que pasa es que cuando estás acostumbrado a un estilo de vida, cambiar cuesta mucho, así que dices "bueno, ya si eso mañana, poco a poco". El mañana se convierte en la semana que viene, luego en un mes... y cuando eres consciente de lo que está pasando llevas un año persiguiendo un sueño imposible, imposible porque tú no estabas cumpliendo con tu parte del contrato. Y durante todo ese tiempo te preguntabas por qué diablos no avanzabas, cuando la realidad es que no lo hacías porque no querías.

En este punto, lo primero que debes pensar es si realmente quieres aquello que te habías propuesto. Tal vez, si no te has esforzado lo suficiente, es simplemente porque en el fondo esos sueños no te importaban tanto como creías, no te motivaban lo suficiente. En este caso tu mejor opción es reflexionar y buscar otra meta que te haga moverte. No pasa nada por cambiar de idea, hoy en día tenemos demasiado idealizado aquello de "no te rindas".

Por otro lado, cabe la opción de que sí quieras seguir adelante pero que no acabes de encontrar la fuerza de voluntad para cambiar tu rutina, para reducir el tiempo que le dedicas a hacer todo eso que tanto te gusta. Lo único que te podemos decir es que pienses lo siguiente: ahora estás muy bien, eres joven y no tienes prisa por cumplir tus objetivos. Pero por el camino que vas, no avanzas, llegará el día que no habrá margen y que tengas que desistir no porque no quieras hacerlo, sino porque ya no podrás. Y ese "¿qué coño estoy haciendo con mi vida?" se convertirá en "¿qué coño he hecho con mi vida?". No creo que sea una sensación agradable.

Así que solo te queda preguntarte: ¿Vale la pena sacrificar el futuro para vivir un presente que no lleva a ningún sitio?