Tenemos que hablar de cambio climático cuando hablamos de la DANA

La crisis climática ha acelerado e intensificado los fenómenos climáticos como la DANA

Toda España tiene el corazón compungido después de la tragedia que asoló Valencia hace dos semanas, tras las peores lluvias torrenciales del siglo, y en la que han fallecido al menos 222 personas en toda España. Más allá de las evidentes negligencias políticas y de la falta de planeación, cabe preguntarse por los factores tras la virulencia de la Depresión Aislada en Niveles Altos (DANA) de hace dos semanas. ¿Por qué fue tan fuerte y tan intensa?

Podemos tener la tentación de hablar de “catástrofe natural” o de un “fenómeno meteorológico inusual”. Pero el fondo de la cuestión es mucho más perverso y dramático. Los culpables de la mayor intensidad de la DANA son nuestras emisiones de C02, y, adivina: sí, nosotros (los humanos) estamos detrás de ellas (ningún ente mágico o todopoderoso).

Según un análisis preliminar del World Weather Attribution (WWA) —un grupo de referencia a nivel mundial a la hora de estudiar la contribución del cambio climático en un evento extremo—, las lluvias torrenciales de Valencia fueron un 12 % más intensas y el doble de probables en comparación con el clima preindustrial; es decir, con el que había antes de que empezáramos a quemar combustible como locos para crecer económicamente, por allá en el 1850.

El análisis, que ha sido elaborado en tiempo récord, como nos explican desde el medio especializado en calentamiento global Climática, no es un estudio de atribución completo y detallado -que ya llegará- sino que, por ahora, se ha basado en observaciones. Pero han dejado claro que “el cambio climático es la explicación más probable, ya que una atmósfera más cálida puede retener más humedad, lo que provoca aguaceros más intensos”.

Las observaciones meteorológicas históricas muestran que las lluvias torrenciales de un día en esta región de Valencia están aumentando a medida que las emisiones de combustibles fósiles calientan el clima. En la misma dirección apunta otro estudio del proyecto europeo ClimaMeter, que señala que la variabilidad climática natural no puede explicar por sí sola la cantidad de precipitación registrada.

Actuar ya

La DANA, también conocida como “gota fría”, ocurre cuando una masa de aire frío en niveles altos de la atmósfera se aísla de la circulación general. Al desplazarse hacia áreas con aire cálido y húmedo, como el Mediterráneo, puede provocar una inestabilidad atmosférica que, al mezclarse con el aire cálido y húmedo del mar, genera precipitaciones intensas y tormentas severas.

Antonio Turiel, científico y doctor en Física Teórica, explicaba en una entrevista al Diario As que el Mediterráneo, actualmente, presenta temperaturas dos grados superiores a la media registrada entre los años 80 y el 2000.

Según el científico, este calentamiento genera condiciones ideales para la formación de DANAS o gotas frías, que se vuelven cada vez más intensas y devastadoras. Este tipo de fenómeno atmosférico se produce por el contraste entre el aire frío en altura y las cálidas aguas de la superficie, hallando en el Mediterráneo un entorno especialmente favorable para su desarrollo.

“En estos momentos, la temperatura del aire está 1,6ºC por encima de niveles preindustriales. En los Acuerdos de París se firmó para evitar superar los 1,5ºC de aumento de temperatura, y ya estamos en 1,6ºC. Se ha comprobado que no es un pico provisional y que el objetivo de 1,5ºC se da por muerto, que ese objetivo es muy difícil, y que, si no hay cambio, la tierra aumentará su temperatura 3,3ºC para final de siglo, lo que significa que el 60 % del planeta se volverá inhabitable”, cuenta.

Es un llamado para que todxs seamos conscientes de que la emergencia climática está aquí y es ahora cuando tenemos que actuar.