El presidente de la Generalitat Valenciana, Carlos Mazón, está contra las cuerdas. Y por razones más que justificadas: su ausencia durante las horas claves de la tragedia de la DANA y, sobre todo, las mentiras y contradicciones con las que ha tratado de salir indemne de la situación, ha generado una indignación sin precedentes en la comunidad. Días atrás las calles de sus principales ciudades, y en especial de la capital, fueron escenario de protestas multitudinarias contra su gestión de la crisis. Más de 130.000 personas pedían su dimisión. Un clamor alto y claro y una respuesta, de momento, a la altura de la política española: aún no ha dimitido. Y es el cuento de siempre con otras caras.
Porque lxs políticxs españolxs tienen muchísima experiencia en eso de aferrarse a sus cargos cuando la han cagado y las circunstancias, y en algunos casos la ciudadanía, reclaman echarse a un lado. Prefieren inventar excusas. Prefieren tergiversar los hechos. Prefieren buscar algún chivo expiatorio sobre el que cargar la responsabilidad. Justo lo que ha venido haciendo Mazón. Que si no llegué tarde a la reunión. Que si era un almuerzo de trabajo y no una comida privada. Que si estaba al tanto de todo. Que si los malos son los del gobierno central por no hacer esto o aquello. Cualquier cosa menos soltar el cetro. Cualquier cosa menos escuchar a la población y asumir las consecuencias.
Aferrarse al poder a pesar de la renuncia ciudadana
De momento, y como cuentan desde el diario Ara, la vicepresidenta del gobierno valenciano, Susana Camarero, ha descartado por completo la dimisión de Mazón. “No es una opción en estos momentos. No podemos plantearnos más que la recuperación ni otra cosa que ayudar a las personas y que se abran los centros sanitarios y las escuelas”. El mismo rollo que vienen defendiendo desde el PP: no miremos atrás y veamos lo bien que se está haciendo cargo el presidente ahora de la reconstrucción. Un discurso que, obviamente, no es suficiente. En absoluto. Por eso decenas y decenas de miles personas protagonizaron una manifestación tan histórica como la del pasado sábado.
No obstante, este artículo no trata sobre el nivel de responsabilidad de Mazón en la tragedia de la DANA. Eso es cosa de especialistas políticos y legales. Este artículo va sobre la falta de civismo de nuestrxs políticxs. Christian Wulff, expresidente alemán, dimitió tras verse investigado por corrupción y tráfico de influencias. Antes del juicio. Antes de la sentencia. Por pura solidaridad. Por priorizar la estabilidad del país sobre sus intereses individuales. Y sí, salió absuelto. Pero esa no es la parte importante de esta historia. Es su compromiso social. Y el exministro británico de energía, Chris Huhne, dimitió en su día por haber mentido sobre una multa de tráfico de su mujer.
La lista continúa: la exprimera ministra finlandensa, Antti Rinne, dimitió en 2019 tras enfrentar algunas críticas por su manejo de una huelga postal que tuvo lugar en el país. La exprimera ministra francesa, Élisabeth Borne, lo hizo recientemente tras generar fuertes protestas por su reforma de las pensiones. La exministra de educación alemana, Annette Schavan, renunció a su cargo por un presunto plagio de su tesis doctoral 33 años atrás. Y el exprimer ministro búlgaro dimitió junto con todo su gobierno ante las protestas ciudadanas. En el resto de Europa la dimisión está a la hora del día. La asunción de responsabilidad. El sometimiento a la voluntad pública.
Aquí no. Aquí lxs políticxs hacen auténticas cabriolas para no perder su posición privilegiada. Y eso habla mucho de nuestro panorama social y político: los cargos públicos son a menudo entendidos por quienes los ocupan como fuentes de poder y riqueza y no como actos de servicio a los demás. De lo contrario se irían tan pronto como fueran señalados. O al menos tan señalados como lo está Mazón ahora. Da igual lo que piense. Da igual lo que quiera. La sociedad valenciana ha hablado y eso es lo verdaderamente importante. Quizá en los próximos días la cosa cambie. Quizá comiencen a escuchar. Ahí podremos decir que vamos camino de ser un país mejor.