Hay gente en este mundo que sentía que se iba a morir en el ‘Dragón Khan’ de Port Aventura. Te parecerá exagerado, pero no todxs llevan bien eso de las fuerzas G golpeando en su estómago. Sin embargo, hay personas que disfrutan rozando el límite de sus cuerpos. El límite entre el éxtasis y la muerte siempre ha sido más ambiguo de lo que nos han hecho creer. Pero, ¿se puede morir en medio del éxtasis? ¿Es la mejor manera de pasar al otro plano?
Eso mismo debió pensar en 2010 el arquitecto y candidato al doctorado en la Royal College of Art de Londres, Julijonas Urbona, cuando diseñó la Euthanasia Coaster o ‘montaña rusa de la eutanasia’ con la ayuda del presidente de la Philadelphia Toboggan Company, John Allen.
Cómo funciona
En un artículo de Magnet se describe el funcionamiento de este peculiar proyecto que pretendía otorgar a 24 participantes, que se subirían a la atracción, una manera de acabar con su vida “con elegancia y euforia”. El mecanismo del invento era tan simple como macabro: acelerar tu cuerpo hasta los 360km/h tras una caída prácticamente vertical de 510 metros para entrar en una serie de siete loopings que te someterían a una presión demasiado alta para tu fisonomía, lo cual te provocaría un desmayo y la consiguiente muerte por hipoxia cerebral.
Todo acabaría en 200 segundos, lo que tardaría el vagón en recorrer sus 7,5 kilómetros. Pero tu agonía/disfrute no duraría tanto: lo último que verías tras la caída a toda velocidad sería una mancha gris y después perderías el conocimiento en la primera o segunda vuelta ya que serías incapaz de que el oxígeno de tu sangre llegase al cerebro. Las otras cinco vueltas serían solo una cortesía para evitar cualquier posibilidad de sobrevivir con secuelas cerebrales.
Sin embargo, y como era de esperar, la macabra idea de Urbonas solo quedó en un proyecto conceptual que fue presentado al público como parte de la exposición HUMAN+ en la Ciencia Gallery de Dublín en 2011. No obstante, su reflexión sobre la muerte trasciende el límite físico del acero y el diseño para adentrarse en el terreno de lo filosófico y en el papel que la creación tecnológica tendrá en el futuro a la hora de poner fin a la ‘creación divina’, es decir, la vida humana.