¿Ha aumentado la prevalencia de la depresión en las últimas décadas o simplemente ahora contamos con más recursos para detectarla? Por desgracia, de momento no existe una respuesta clara que nos ayude a entender mejor las causas subyacentes de esta enfermedad. Lo que sí está claro es que las cifras son preocupantes: según la Organización Mundial de la Salud (OMS), alrededor del 5% de la población mundial padece depresión, una afección que condiciona gravemente la calidad de vida de quienes la sufren y, también, de quienes se encuentran a su alrededor, lo que también incluye a las mascotas. Sí, tu perro también lo pasa muy mal cuando entras en ese agujero.
Así lo explican Enrique Solís, director de LealCan Adiestramiento, y Sandra Gerrer, especialista en comportamiento canino, en un artículo en El Confidencial: “La sobreexcitación, la falta de salidas a la calle en número o en calidad, la dieta y la falta de estimulación cognitiva o social son factores que pueden afectar al comportamiento del perro, por ejemplo, elevando sus niveles de estrés y dando lugar a problemas de comportamiento diversos”. Padecer depresión altera tu personalidad, tu rutina y tus acciones, lo que inevitablemente impacta también en la vida de tu perro. En muchas ocasiones las mascotas se sienten verdaderamente solas en contextos de este tipo.
Entre esos cambios de comportamiento más habituales están la inseguridad, el miedo, la agresividad, la timidez y la pasividad. No debemos caer en la simplificación de la complejidad canina: no son ajenos a lo que te ocurre. Y no, no estamos sugiriendo que te distancias de tu perro para no hacerle partícipe de tu malestar. Como dice el educador de perros Juan Freire, “el perro y el humano tienen un vínculo emocional muy fuerte y cuando ven a su dueño deprimido actúan intentando animarlo mediante muestras de cariño y lametones”. Algo que, agrega, consiguen en bastantes ocasiones. Además, sacarle a pasear puede actuar de motivante para salir al exterior.
O dicho de otra manera: tu perro es un aliado excepcional en tu gestión de la depresión. Haces bien manteniéndolo bien cerquita de ti tanto en los buenos como en los malos momentos. No obstante, no está de más entender que tu enfermedad también le afecta a él. No para que te sientas culpable. No es tu culpa. En absoluto. Pero probablemente te sirva para prestarle la atención que necesita y, sobre todo, para darte aún más ese empujón que necesitas tú para acudir a terapia en busca de ayuda. Querer cuidar a quienes quieres es a veces más potente que el deseo de cuidar de unx mismx. Hazlo por ti. Hazlo por él. Ponte en manos de unx profesional. Todo irá bien.